¡Voy a 15 km/h y no sé por dónde pasar!
Acostumbrado como estaba a participar en el Dakar como piloto oficial de KTM, ahora me veo el último de la caravana (y no es una forma de hablar) y esta carrera me parece otra distinta de la que yo conocía. Cuando circulan los corredores punteros, el camino está en perfectas condiciones, prácticamente virgen. Hay rectas en las que puedes circular sin ningún problema a 150 o 170 km/h. Sin embargo, ahora me doy de frente con una pista destrozada, las roderas engullen mi coche, no sé por dónde pasar, y voy a 15 km/h por miedo a quedar varado. La tierra se deshace, sobre todo al paso de los camiones de gran tonelaje, y los que van detrás sufren horrores para recorrer cada kilómetro. Estoy de polvo hasta el gorro.
Antes de comenzar pensaba que este Dakar sería de los más duros y no me equivoqué. Evidentemente, lo es para los tardones como yo, pero también para los que están delante y llegan al campamento a unas horas decentes. Lo que convierte en especial esta edición es que todo el mundo desconocía el terreno y, en ese aspecto, no había ventaja para nadie. Y si no, que se lo pregunten al equipo oficial Mitsubishi, que ha ganado los últimos siete años en África y que aquí está sudando la gota gorda para no descolgarse de los Volkswagen y los BMW.
Está claro que el nuevo Mitsubishi diésel no funciona como se esperaba, pero es normal que tenga problemas de juventud. Nani [Roma] y los demás pilotos de Mitsu se quejan de falta de potencia y de velocidad, pero tampoco hay que olvidar que sólo quedan dos en carrera -Masuoka abandonó el primer día y Alphand, ayer-, y eso no es un buen síntoma.
En motos, Coma lo tiene muy bien encarrilado gracias a los consejos de Jordi Arcarons. Él sabía que los neumáticos tendrían un papel decisivo, y sus pilotos llevan un año tratando de entender dónde pueden montar bip-muse (la espuma que va metida a presión en el interior de la cubierta) y dónde hay que salir con cámara de aire.
Sin embargo, no sé qué está haciendo Despres, pero es evidente que no ha llegado tan preparado como su rival. En la etapa del lunes pasado, Cyril optó por emplear muse cuando todo indicaba que lo mejor era decantarse por la cámara. Había 350 kilómetros de pista rápida y el muse estaba condenado a desintegrarse. No puedo entender por qué lo hizo. Puede que su táctica para recuperar el tiempo perdido pase por hacer lo contrario que Marc [Coma], pero, en cualquier caso, me parece un planteamiento demasiado arriesgado a estas alturas de la carrera y cuando aún pueden pasar tantas cosas.
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