La suspensión de pagos de Transportes Catalán pone en alerta roja al sector
El 75% de su facturación procedía de la automoción y los electrodomésticos

La crisis tiene un nuevo eslabón débil. La desaceleración del consumo privado a consecuencia del parón de la economía no sólo afecta al sector inmobiliario y a la industria automovilística. El sector del transporte por carretera que vive más pegado a la automoción está sufriendo de manera directa la práctica paralización de las ventas de coches en todo Europa, hasta el punto de que una de las empresas históricas del sector ha presentado suspensión de pagos.
Transportes Catalán, que tiene más de 165 cabezas tractoras y unos 130 empleados, ha presentado concurso voluntario de acreedores -la antigua suspensión de pagos- para reordenar sus deudas. La empresa no quiso confirmar ayer si su pasivo supera los 20 millones de euros como afirman algunas fuentes. El gerente de la compañía, Jesús Múgica, rehusó hacer cualquier tipo de valoración sobre la situación de la compañía.
La empresa, con sede en Irún, tiene 130 empleados y 165 camiones
El problema de Transportes Catalán, que tiene su cuartel general en Irún, ha sido la falta de liquidez ya que casi el 75% de la facturación de la firma procedía de la automoción (52%) y del transporte de electrodomésticos (22%), otro sector que atraviesa dificultades.
Al parecer, la decisión de Catalán de presentarse voluntariamente a un concurso de acreedores responde a un intento de reordenar las deudas y lograr un acuerdo con los acreedores para fraccionar los pagos y seguir adelante con la actividad. El concurso puede resultar útil como estrategia defensiva contra la crisis, ya que congela el pago de las deudas contraidas hasta tres años y permite seguir operando en los mercados viables. Transporte Catalán trabaja a lo largo y ancho de todo Europa y, aunque sus principales clientes son las multinacionales francesas y alemanas del automóvil, trabaja con muchas otras empresas del sector químico, del siderúrgico y la industria del papel, también en España e Italia. La compañía comenzó su actividad en el año 1921 en Oronoz-Mugaire (Navarra), y en la actualidad dispone de una planta de logística y distribución, además de más de 20.000 metros cuadrados, en el polígono Zaisa de Irún, a donde se trasladó en el año 1992.
Asimismo, tiene oficinas y centros de distribución en Tours y Clermont Ferrand (Francia) y en Burgos y Barcelona.
La crisis de Catalán ha puesto en alerta a un sector extremadamente atomizado y compuesto en su gran mayoría por una multitud de trabajadores autónomos que operan con uno o dos camiones a lo sumo. Una configuración empresarial que les hace especialmente vulnerables a la falta de cargamentos, como está sucediendo desde mediados del pasado año. Aunque el combustible ha vuelto a estar barato, los transportistas empiezan a tener muchos días de sus agendas en blanco debido a la important reducción del tránsito de mercancías.
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