Con la misma ropa, sin una maleta
A Iberia, que asegura que sufre una huelga de celo de sus pilotos desde hace un mes, se le complicó la mañana por la niebla y por el mal tiempo en otros aeropuertos. Resultado: más pasajeros atrapados en Barajas. Muchos perdían su conexión porque el vuelo que les llevaba a Madrid llegaba tarde. La única solución, con el resto de aviones llenos, era trasladarlos a hoteles, con la esperanza de encontrar plaza al día siguiente.
Ayer, Marcia se había echado a llorar, desesperada, delante del último trabajador de Iberia que le decía que no podía subir al avión. Otra vez. "Esto es una pesadilla", repetía. Al chico le dio tanta pena, contaba después ella en el hotel Tryp Alameda, que bajó la persiana de su taquilla y la acompañó de mostrador en mostrador hasta que le dieron una nueva tarjeta de embarque, la séptima. Ésta, por fin, con asiento asignado. "Ojalá le hubiera preguntado su nombre y su e-mail; me gustaría agradecérselo. De no ser por él...".
Si el overbooking no lo impide, Marcia cogerá hoy el vuelo 3588 de Berlín a las 8.50. El mismo al que tendría que haber subido el viernes por la mañana, pero que se canceló. Volvía de Río de Janeiro, de pasar un mes de vacaciones con su familia. En Berlín la esperan sus estudios de doctorado en Biología. "Hoy [por ayer] ya tendría que estar trabajando", decía. Sola, con la misma ropa de hace cuatro días, sin una de sus dos maletas, que le perdieron en el caos de Barajas... "Creo que esto es lo peor que me ha pasado".
Iberia no se explica el peregrinaje de Marcia. "Es muy raro. Tratamos de recolocar a todo el mundo en el siguiente vuelo", se extrañaba ayer una portavoz. Trataron de hacerlo, sí, como atestiguan sus tarjetas de embarque. Dos para el sábado; otras dos para el domingo... Pero siempre en espera. "No era cuestión de dinero. No podía hacer absolutamente nada. Nunca me había sentido tan impotente", concluye.
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