Candidato escudo
Puede afirmarse sin correr riesgo alguno que Jaime Mayor Oreja no es el candidato que mejor representa el proyecto de difusa renovación de Mariano Rajoy. Y tampoco el político que tiene mayor sintonía política y personal con el presidente del PP. Sin embargo, pocas dudas había de que el ex ministro del Interior sería el cabeza de lista del PP en las elecciones europeas del 7 de junio, pese a las señales de distanciamiento y hostilidad que no ha evitado a Rajoy desde que éste inició después de marzo pasado su retorcido giro al centro.
Su designación tampoco responde a las presiones del ala dura del partido, sino a una meditada decisión del presidente del PP. Mayor Oreja no es, seguramente, el cartel preferido por Rajoy, pero es, probablemente, el mejor candidato para sus intereses y los del partido en su conjunto. Mariano Rajoy sabe que, después de la derrota electoral de marzo, su liderazgo está a prueba y que unos malos resultados en las elecciones gallegas y europeas dejarían su sillón en situación muy inestable. Al repetir al frente de la candidatura popular, Mayor Oreja se convierte a su pesar en el mejor escudo de Rajoy. No sólo obliga al sector más desafecto del partido a involucrarse en las elecciones a favor de un cabeza de lista que pertenece a su familia, sino que tapona con el perfil de Mayor Oreja el riesgo cierto de que se deslice hacia el partido de Rosa Díez (UPyD) el voto conservador calentado por los altavoces del tremendismo.
Por una vez, el estilo dilatorio de Rajoy, estirando la decisión hasta la víspera de Reyes, a seis meses justos de la cita electoral, ha parecido responder a un designio calculado en vez de al carácter dubitativo que le atribuyen. No le ha dado mal resultado. Al demorar la designación y permitir que entretanto se pusieran en circulación otros posibles nombres ha conseguido al menos que el candidato a la espera se inquietara. El discreto silencio en los dos últimos meses del hasta entonces públicamente discrepante Mayor Oreja ha sido clamoroso.
En términos ajedrecísticos, la apuesta de Rajoy sería un movimiento defensivo que intenta convertir en ganador. Nadie en el partido podrá regatearle el éxito si los resultados de las urnas son favorables al PP. Y si son adversos, siempre podrá aducir, frente a las andanadas que le puedan venir del sector crítico, que él se limitó a poner al candidato que querían.
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