Conflicto palestino-israelí
Acabo de ver en el programa de Euronews el ataque de la aviación israelí sobre Gaza en represalia por el lanzamiento por Hamás de bazookas que han producido diversos daños en edificios en territorio israelí y que han causado la muerte de una persona. El resultado del bombardeo de la aviación del Ejército israelí causando la casi total destrucción del pueblo y que ha producido la muerte, según aparece en el reportaje, de alrededor de 225 personas, entre las que habría, probablemente, mujeres y niños. Las imágenes de los muertos tendidos en las calles son realmente sobrecogedoras.
Posteriormente el Gobierno de Israel permitió la entrada en territorio palestino de 100 camiones con aprovisionamiento de materiales y alimentos, dando así fin al bloqueo impuesto por el Gobierno de Ehud Olmert en represalia por los continuos ataques del ejército de Hamás. La visión de soldados israelíes disparando balas de goma y botes de humo contra muchachos que se defienden con piedras resulta, cuando menos, similar al bíblico enfrentamiento entre David y Goliat.
Cierto es que las persecuciones sufridas por el pueblo judío y la visión de lo que significó el Holocausto inducen siempre a sentir compasión por ese pueblo casi permanentemente errante. Pero no puedo menos que pensar que la tragedia también sufrida por el pueblo palestino por su expulsión de lo que entonces eran sus territorios y que han supuesto millones de desplazados viviendo desde hace centurias hacinados en miserables campamentos.
Y esto ocurre en pleno siglo XXI sin que la comunidad internacional se decida de una vez por todas a resolver esa sangrante situación.
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