La cara oculta de la historia de Dénia
Iniciativa para divulgar la destrucción de la ciudad por las tropas borbónicas
Un ejército integrado por más de 10.000 infantes, 1.500 hombres a caballo y 24 cañones al mando del general francés D'Asfeld cercó Dénia a principios de noviembre de 1708. La ciudad cayó el día 17, poniendo fin a una resistencia que se había iniciado tres años antes, cuando la capital de La Marina Alta fue la primera población de la Corona de Aragón en proclamar rey de Valencia al archiduque Carlos de Austria, pretendiente al trono de España frente al Borbón Felipe de Anjou. La capitulación de Dénia constituye un capítulo trascendental de la Guerra de Sucesión, pues fue la penúltima plaza valenciana en caer en manos de las tropas francesas. Solo Alicante resistiría la lucha durante unos meses.
Dénia sufrió la matanza de civiles y el exilio masivo a las islas Baleares
Fueron días crueles y terribles. La victoria de D'Asfeld supuso la destrucción del municipio, la matanza de civiles y militares, el éxodo de muchas familias a las islas Baleares y la represión del Ejército borbónico. Esos hechos, de los que ahora se cumplen 300 años, son relativamente poco conocidos, pues han quedado diluidos en la memoria histórica ante derrotas legendarias como la batalla de Almansa o el incendio de Xàtiva. De ahí que el Ayuntamiento de Dénia haya aprovechado la conmemoración para editar una serie de publicaciones que ponen el acento en las consecuencias de esta guerra. La jefa del Archivo Municipal de Dénia, Rosa Seser, rememora el clima de "desesperación y a la vez de esperanza" que impregnaba aquella villa sitiada por el enemigo que acogía también a austracistas de otras poblaciones y a soldados ingleses, portugueses y castellanos. Dénia se convirtió así en el "último reducto" frente al avance de las tropas borbónicas impulsado por su victoria en Almansa: "En 1708, los dianenses y forasteros que resistían en la ciudad arrastraban una existencia muy difícil que, curiosamente, forzaba los ánimos a la desesperada buscando una escapatoria". Una de esas vías de escape fue el exilio. Durante aquellos días, centenares de refugiados llegaban al puerto de Dénia para buscar con angustia un sitio en alguno de los barcos que zarpaban rumbo a las islas de Ibiza y Mallorca que, aún bajo el control del archiduque, se habían librado de las lacras de la guerra.
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