Cambios en la agenda
A la hora de establecer el balance político de fin de año, es preciso arrancar con la constatación de que los meses iniciales de nueva legislatura han modificado la agenda del debate, abstracción hecha de los problemas invariantes heredados del pasado. El presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición parecen resueltos a enfriar el recalentado clima guerracivilista del pasado cuatrienio, producto de la estrategia de la tensión instrumentada por los dirigentes del PP y sus aliados mediáticos, que se inventaron la teoría de la conspiración del 11-M y que dieron como probados los actos secretos del Gobierno con ETA, la ruptura de la unidad estatal a través de las reformas estatutarias y los planes para descristianizar España. Sin embargo, la trama contra Rajoy organizada en torno a la presidenta de Madrid, elevada ridículamente por un séquito de periodistas aduladores a la condición de heroína de Bombay y de ilesa Manolita Malasaña con calcetines blancos recreada por Garci, no renuncian a esa desestabilizadora agenda.
La crisis del sistema financiero y las quiebras fraudulentas han situado a la economía en el centro del debate
Pero la virulencia de la crisis del sistema financiero internacional, la amenazante aparición de síntomas de una depresión comparable o superior a la desatada en 1929 y la cadena de suspensiones de pagos y de quiebras fraudulentas de los grandes acorazados de la flota corporativa multinacional han situado a la economía en el centro del debate parlamentario. Tras seguir inicialmente el consejo de los manuales de autoayuda del optimismo antropológico y restar importancia a las pavorosas dimensiones de la crisis, el presidente Zapatero abandonó esa displicente mirada para desplegar una febril actividad en el ámbito nacional e internacional. Las variables en juego y sus interacciones son tan intrincadas que nadie puede afirmar a ciencia cierta que las medidas adoptadas frente a la crisis -en Estados Unidos, en Europa y en España- sean acertadas o erróneas, eficaces o contraproducentes, adecuadas o suficientes, definitivas o temporales. Tanto las repercusiones de la recesión sobre los países llamados emergentes como las consecuencias del aumento del desempleo y de la miseria en sociedades cuya cohesión depende del Estado de bienestar son incógnitas de predicción difícil.
A diferencia del giro dado a tiempo por el presidente del Gobierno cuando advirtió el carácter erróneo de sus percepciones sobre la profundidad y la duración de la crisis, los dirigentes del principal partido de la oposición continúan sobrepasados por los acontecimientos y aferrados a diagnósticos, críticas y soluciones simplistas e inanes. El PP sigue manteniendo la indefendible teoría de que las dificultades económicas españolas tienen un origen exclusivamente nacional y se deben a la desastrosa política -por acción o por omisión- del Gobierno socialista como cigarra dilapidadora de la riqueza acumulada por las hormiguitas de Aznar a lo largo de los ocho años anteriores. No menos improbable sería que los trabajadores llegaran a creerse que el recorte del gasto público preconizado por el PP es realmente la purga de Benito contra la crisis. -
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