"Compaginaba estudio y la bici. Con esfuerzo todo es posible"
¿Cuándo se ha visto un deportista lumbrera o un empollón sobresaliente en gimnasia? La biografía de Natanael Ayllón desborda los estereotipos. El joven ha sido becado para investigar en un proyecto de la Agencia Espacial Francesa (CNES), un año después de tener que interrumpir por una lesión una prometedora carrera como ciclista.
Competía en la categoría sub 23, la anterior al profesionalismo: "Me hubiese gustado llegar a serlo. Llevaba 12 años montado en la bici. No se considerará como una titulación universitaria, pero para mí ha sido toda una carrera paralela". "He pasado años compaginando los estudios y los deportes a un nivel muy alto. Dedicaba unas cuatro horas al día a entrenar, además de ir al gimnasio; mucho más tiempo y esfuerzo que a estudiar", afirma. Pese a esa entrega, terminó Ingeniería Electrónica con una nota media de 9,3, la segunda mejor de España en su rama. "Sacaba notas altas porque siempre he sido de llevar todo al día. Así me ahorraba las pechadas de estudio en exámenes". Compaginó ambas actividades hasta cuarto curso. "Sé que es atípico", reconoce. "Lo normal es el empollón que sólo se dedica a estudiar, o la persona que dedica toda su vida a la bici. A mí me iba muy bien en las dos cosas, y logré sacar ambas adelante. Con esfuerzo y sacrificio todo es posible", sentencia.
Ese ritmo frenético cesó cuando hace un año se rompió la clavícula. "Al menos, mi vida social ha mejorado mucho", ironiza. Entonces intentó hacerse un hueco en la Fórmula 1. Se quedó a las puertas de ser becado por la escudería Renault. "Fue muy bonito. Me encanta el mundo del motor". De la bici a la automoción, y de ésta a la aeronáutica. La agencia francesa le ha becado para trabajar durante tres años en el proyecto Altika. "Tiene que ver con un satélite que se lanzará al espacio en 2010. Trabajamos en mejorar las prestaciones de sus amplificadores de potencia de señal. Investigamos nuevas técnicas y diseños", explica. Se dedica al desarrollo teórico en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV y luego pasará nueve meses en Tolouse para aplicar sus investigaciones. "Esta parte es más y difícil. Tengo ganas de ir a Francia, donde el trabajo será sobre algo más físico".
Humilde e incluso pudoroso, atribuye sus logros al apoyo de los profesores. "En Ingeniería no éramos muchos. Te enterabas rápido de las convocatorias. Preparé mi proyecto para Altika en tres meses con un profesor". Reconoce que sus compañeros en la UPV no tienen la misma suerte y se lamenta por la precaria vida del becario. "Si no tienes vocación no aguantas. La gente está porque le gusta, no por las condiciones. Yo tengo un contrato más o menos digno porque trabajo para gente de fuera".
Aunque satisfecho con su situación, critica la política científica vasca. "Parece que hay mucho dinero para contratar a extranjeros, pero las instituciones no se implican tanto en cuidar a los de aquí". Sin embargo, aún no piensa en abandonar Euskadi. "Estoy volcado en el presente. En dos años me doctoraré y veré qué convocatorias hay. Especular ahora sobre las futuras oportunidades es una tontería".
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