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CÁMARA OCULTA
Columna
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Gentes de 'tele'

La muerte del director neoyorquino Robert Mulligan nos hace recordar aquellos tiempos de los cincuenta y sesenta en que la televisión era el camino que abría las puertas del cine. Arthur Penn, Martin Ritt, John Frankenheimer, Sidney Lumet y el mismo Mulligan, entre otros buenos, trasladaron a la gran pantalla lo que previamente habían experimentado en la tele emitiendo en directo historias complejas: El zurdo, Doce hombres sin piedad, Marty...

En España ocurrió más tarde, en los sesenta, aunque sin la misma calidad. Era frecuente oír entonces a las gentes del cine ironizar sobre los que trabajaban en la tele. "El que vale, vale, y el que no, a la televisión", decían. ¿Recuerdan los comentarios mordaces del crítico de teatro interpretado por George Sanders en Eva al desnudo? En uno de ellos le replicaba a Marilyn Monroe: "¿Pruebas para la televisión? Amiguita, eso es la televisión, sólo pruebas".

Parece que ahora ocurre lo opuesto. Hay guionistas de cine que se pasan a la tele, y películas de cine que se empeñan en reproducir esquemas de comedias televisivas, probablemente con el afán de conquistar al público ofreciéndole más de lo mismo. Pequeñas historias fragmentadas que se suceden como en capítulos semanales, narraciones sincopadas, juegos corales..., elementos que dan a veces en el clavo -Aída-, pero que en la mayoría no pasa de la astracanada.

Renovación estética

En Estados Unidos la televisión sigue viva, más allá de las series familiares, todas atroces, o de los concursos, siempre abominables. Algo de esto contaba no hace mucho tiempo Robert Mulligan durante un desayuno en Los Ángeles. Se sentía decepcionado por el estado del cine de Hollywood, y dolido por la jubilación temprana a la que obligan las compañías de seguros que rara vez avalan el rodaje de un director entrado en años.

Mulligan confiaba en que de nuevo fuera la televisión la que abriera puertas y ventanas, la que renovara esquemas y estéticas, como así ha sido (la norteamericana, se entiende), aunque a él no le haya correspondido intervenir en esa renovación.

Mulligan había tirado la toalla. Lo contrario de su compañero de generación Sidney Lumet, que a sus 84 años nos sorprendió con la dolorosa y moderna Antes que el diablo sepa que has muerto, y que ahora está preparando una nueva película.

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