Mercantilizar la educación
Los estudiantes perciben como una amenaza la posibilidad de que la educación se pliegue a las necesidades de las empresas; lo cual es lógico, ya que a nadie le gusta la perspectiva de ponerse a servir a las órdenes de un/a jefe/a más o menos benevolente.
Ahora bien, esa posibilidad puede replantearse de forma que resulte más atractiva: se trataría de coordinar educación y economía a fin de potenciar en los jóvenes, de acuerdo con sus preferencias, habilidades que les permitan elegir el puesto de trabajo que mejor se adapte a sus expectativas.
Es decir, que sería la empresa la que ponga sus medios a disposición del trabajador, no al revés, de tal manera que éste se sienta realizado ganándose el sustento con su propio esfuerzo, lo cual redunda en beneficio de su autoestima, ennoblece el espíritu, y es, en definitiva, el objeto de la enseñanza.
