Visiones de un Bilbao dibujado con unas líneas y una elipse

Lo mejor de trazar un paseo con Javier Viar por Bilbao es poder asistir a la suma de erudición y esa pasión "verdaderamente grande" por la ciudad donde nació en 1946. "Bilbao es una ciudad itinerario", define quien dirige su Museo de Bellas Artes desde 2002. Y recuerda su libro Ciudad en cauce, pues Bilbao "está metida en este cauce", su Ría, y su historia "avanza a su través y va expandiéndose a lo largo, pues no tiene otra" este valle entre colinas.

En ese eje longitudinal dibuja su paseo de Atxuri al Puente de Deusto, sin olvidar Zorrozaurre: "Desaparecerá en breve y es muy bello. Tiene las huellas del auge y la caída industrial y desde allí aún se ven acumulaciones de chatarra y carbón, como veíamos de niños en esa Ría fuerte, donde junto al hollín surgían aquellas pirámides de azufre, bellísimas y como surrealistas".

"El Bellas Artes no te mira por encima del hombro", dice el director del museo

Parte así el recorrido junto al Museo Diocesano y la plaza de la Encarnación, y sigue por las Escuelas de Atxuri y la de Artes y Oficios, sede que fue del Bellas Artes de 1914 a 1945, para acercarse a los pórticos de las Siete Calles y el Mercado de la Ribera. El paseante puede apreciar "todo ese frente de Bilbao la Vieja, hermosísimo de San Antón al Arenal", que luego rematan la Estación de Santander y el edificio de La Bilbaína. Si tal es el itinerario por la izquierda, por la derecha sube la calle Ronda, y, "tras pasar por la casa natal de Unamuno", incursiona por el otro lateral a las Siete Calles y llega a la Plaza Nueva, la Catedral y, más allá, el Ayuntamiento.

La ciudad avanza en ese sentido, prosigue. "Empieza en Bilbao la Vieja, pasa la Ría y fabrica las Siete Calles, que se amplían comiendo terreno a los arenales que había allí". El paseante ya ha llegado, por un lado, al Arriaga -"arde un teatro previo romántico y se construye éste con ínfulas centroeuropeas"- o, por otro, al Ayuntamiento.

El camino histórico lleva a Abando, "territorio inexistente que, con muchas bofetadas, se conquista para Bilbao". La historia se torna geometría. "En tiempos de Godoy se hizo el Puerto de la Paz", con que algunos buscaron ahogar la villa para que no se desarrollase en una línea continua y crear desde Uribitarte "un Bilbao girado 90 grados", para que el eje principal fuese perpendicular a la Ría. El Ensanche se levanta con ese giro, de forma que "ese eje con Begoña a la espalda, el Arenal y el Sagrado Corazón sea perfectamente transitable", con la Gran Vía a lo largo. Y, de constante elevada, la torre de Begoña. "El Gran Bilbao es una especie de elipse cuyos focos serían Begoña y el Serantes". Las líneas Begoña-Serantes o Begoña-Sagrado Corazón, otro hito, permiten ver "más lúcidamente" una ciudad que en la última década renace siguiendo la Ría hasta Zorrozaurre.

Un recorrido por Bilbao con el director del Bellas Artes quedaría imperdonablemente cojo sin hablar de este museo ya centenario. "También es una clave en el desarrollo del Bilbao clásico", apunta. "El bienestar cultural tiene mucho que ver con ese encuentro de arte y naturaleza que aquí se conjuga". ¿Cómo animaría al paseante a entrar en su museo, director? "Le diría que es de escala muy humana. En poco tiempo recorres la historia del arte del siglo XII a nuestros días a través de piezas de altísima calidad, pero no te agobia. Como me dijeron hace poco, es un museo que no te mira por encima del hombro".

Se quedan en el tintero Deusto, los cuadros de Luis Paret, el cine, Conrad y Stevenson, la arquitectura racionalista de Manuel Ignacio Galíndez, iglesias y bombardeos carlistas que darían para varios paseos más. Para clausurar, una recomendación extramuros: "Es fundamental subir a Artxanda. Lees muy bien Bilbao desde arriba".