Besos y algo más en el kilómetro cero
La osa viste una corbata burdeos estos días. Alguien se la puso y nadie se la ha quitado. Ella sigue sujetando su madroño, impasible, dejando la vida pasar desde su pedestal, justo ahí, frente al kilómetro cero. A sus pies, bulle Madrid, con toda su fauna.
"Aquí está el Gordo de la Lotería de Navidad: 10.913, acaba en trece", le canta el hombre de la boina de la esquina de la calle del Carmen. Y esa frase, repetida tantas veces, se hace música en la Puerta del Sol a las tres de la tarde, en un día de frío invernal a pleno sol, muy madrileño.
Y ella posa una y otra vez. Ahora para tres jóvenes rumanas que van camino de Chile y que están de paso por la ciudad. Ellas, como otra pareja de latinoamericanos y otra de asiáticos y un grupo de estudiantes americanos..., se llevan esa imagen (hoy con corbata), la más exportada de esta ciudad, a pesar de que casi todos creen que es un oso y no una osa.
"Aquí está el gordo de la Lotería". La frase se hace música a las tres de la tarde
"La 'abuela del gelocatil' pide con una caja de ese medicamento"
Y un beso en la mejilla, y luego dos, y luego otro en la boca y hasta uno en el dorso de la mano. Miles de encuentros a su pie, y algunas citas frustradas, también.
"Todo el mundo lo conoce y, aunque no lo conozcan, lo tienen como punto de referencia", dice Lidia, 34 años y mexicana, que espera a su amiga apoyada a los pies del madroño.
Iván, el del quiosco de enfrente, está harto de verla, tanto que no había visto el detalle de su cuello. Pero conoce, tan bien como ella, a los personajes de la zona. "Hace días que se echa de menos a la abuela del Gelocatil", comenta. "Una viejecilla que va siempre de negro, pidiendo con una caja de ese medicamento y, por la tarde, viene a que le cambie todas las monedas por billetes (50 o 60 euros)", cuenta. Asoma un poco más la cabeza por la ventanilla y añade: "Dicen que luego la recoge un Mercedes, allí, un poco más abajo, en la calle Arenal".
Bolsas de compras que suben y bajan. ¿Quién dijo crisis? Colas de hasta 40 personas en el puesto de lotería que hay justo enfrente del que canta el Gordo acabado en 13. ¿Para salir de la crisis? Terrazas y cañas al sol. Ir, venir; venir, ir.
Pero allí están ellos, casi como la osa, pero sin corbata. También sujetando árboles. Impasibles, como si esa vida de juerga, acompañada por los refuerzos policiales de estos días, no fuera con ellos. Ojos jóvenes, desafiantes y profundos, desde ese otro lado de la plaza, o del mundo.
"Cuando no hay trabajo en las reformas, esperamos aquí", dice uno que asegura haber llegado de Rumanía hace seis años. Chupa de cuero negro, gorra, vaqueros y zapatillas: "Qué vamos a esperar, maricones a 120 euros por 15 minutos", ríe y con él el grupo (de seis) a coro.
"Esto es un prostíbulo de hombres", dice el limpiabotas, sentado en una silla de madera junto al grupo de jóvenes rumanos. Desde los 80 en Madrid, 65 años, y procedente de un pueblo almeriense del que sólo guarda su acento: "Las putas están en Montera y los putos aquí, que es donde vienen a llevárselos". Limpiabotas hasta la médula: "Aún queda gente elegante, yo me jubilaré cuando me muera y con las botas puestas".
Free tours starts here. Rutas turísticas gratuitas empiezan aquí, dice la pancarta que sujeta una joven israelí que dice estar aprendiendo español en Madrid. Pues eso.
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