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Economía global

India, entre el terror y la crisis

El Gobierno lanza un plan de ayuda ante la fuerte caída de las exportaciones

El endemoniado tráfico de Bombay se recuperó una semana después de la serie de sangrientos atentados que pusieron en jaque la capital financiera de India, el pasado 26 de noviembre. En la larga cola formada para acceder al edificio de la Bolsa tras las nuevas medidas antiterroristas que han dejado abierta sólo una entrada, decenas de ejecutivos maldicen a quienes han tratado de "dañar la imagen de India" y "poner de rodillas su economía". "No lo conseguirán", afirma la analista Soyal Gupta. "Desgraciadamente, ya hemos sufrido en 1993 y 2006 otros atentados masivos, y Mumbai [Bombay] siempre ha sabido renacer de sus cenizas", destaca.

Con un descenso en lo que va de año del 56% del Sensex, el índice bursátil de Bombay, los expertos consideran que la crisis financiera mundial llevó a plegar velas a buena parte de los inversores extranjeros para no exponerse a la volatilidad que la crisis ha impuesto en las economías emergentes. Ahora temen que la inseguridad llegue a provocar la salida del Sensex de muchos indios que viven en el extranjero y que han resistido, convencidos del brillante futuro de su país.

La calidad y la especialización de las empresas indias atraen inversión
La producción industrial cayó en octubre por primera vez en quince años

"La inestabilidad puede frenar la inversión. El caos afecta a la hora en que una empresa mira a India", señala Juan Manuel Rego, responsable de Navantia en este país asiático. La naviera española construye seis submarinos tipo Scorpene, dotados de baterías de torpedos y misiles, junto con la india Mazagon Dockyards Limited, en el astillero militar de Bombay, cercano al emblemático hotel Taj Mahal, donde fueron capturados numerosos rehenes y el enfrentamiento entre los cuerpos especiales de seguridad y los dos terroristas se prolongó casi tres días. Pese a ello, Rego sostiene que India tiene "un futuro muy interesante", por la calidad y la especialización de su personal y de sus empresas, y porque sus precios son mucho más baratos que en Europa.

India logró salir indemne de la crisis asiática de 1997 porque entonces su economía no estaba casi globalizada. Ahora, el golpe ha sido fuerte, aunque el enorme colchón de sus reservas ha debilitado el impacto. A principios de 2008 alcanzaron los 230.000 millones de euros. La rupia se ha depreciado un 25% respecto al dólar, pero la intervención del banco central, que se ha gastado en mantenerla 46.000 millones de euros, impidió su caída libre.

Con un producto interior bruto (PIB) de 480.000 millones de euros, y después de un quinquenio creciendo a una media del 9%, la expansión de la economía india será este año del 6,8% y las perspectivas para el año próximo son aún más bajas, el 5,5%, en parte por el brusco descenso de las exportaciones.

Hasta ahora, el peor dato ha sido el de noviembre pasado, con un descenso del 12,1% en comparación con el mismo mes de 2007. Pese a ello, la cifra anual sigue siendo positiva, con un aumento de las ventas al exterior del 23,7% en el año transcurrido de octubre a octubre. "La crisis mundial llegó algo más tarde que a Europa y no se prevé una recuperación anterior. Habrá que esperar al final de 2009", asegura Antonio Passaro, responsable de Dragados en Bombay, donde la empresa española va a construir la nueva terminal del puerto -una inversión de 153 millones de euros- y opera la antigua después de haberla modernizado.

El flete marítimo en el puerto de Bombay, el mayor de India, apenas crecerá un 4% en 2008 frente al 30% de los últimos años. Y, por primera vez en quince años, la producción industrial cayó un 0,4% en octubre respecto a un año antes.

El primer ministro Manmohan Singh anunció la semana pasada un plan de 3.000 millones de euros para reactivar la economía y alentar el consumo interno en un país con 1.100 millones de habitantes. La capacidad de consumir, sin embargo, se reduce prácticamente a la clase media, que supone la décima parte de la población. En sintonía con el Gobierno, el banco central también redujo el precio del dinero en un punto, del 7,5% al 6,5%, la tercera bajada desde octubre.

Singh, conocido como el "arquitecto de la reforma india" por haber propiciado su apertura cuando era ministro de Finanzas, a principios de la década de los noventa, volvió a asumir esa cartera la semana pasada. Los atentados de Bombay provocaron la destitución del ministro del Interior, cargo al que fue destinado el entonces ministro de Finanzas, Palaniappan Chindambaram, uno de los hombres más fuertes del gobernante Partido del Congreso.

El Gobierno indio pretende utilizar la crisis para dar un impulso a sus muy deficientes infraestructuras. Aeropuertos, carreteras, puertos y metro se encuentran en el punto la mira de Manmohan Singh, que ve en estas carencias el cuello de botella que frena el desarrollo del país. Japón, Corea del Sur y China son los grandes inversores en este campo, en el que también compite Europa. Dragados se encuentra ya en la etapa final del concurso para la construcción del puerto de Chennai, la antigua Madrás. Chennai, al igual que Mumbai, son los nombres que tenían estas dos ciudades antes de que los colonizadores europeos las rebautizaran. Aupadas en el orgullo de la nueva potencia emergente, estas y otras ciudades indias están volviendo desde la década pasada a sus denominaciones originales.

Si hay un sector en el que India ha experimentado un crecimiento exponencial gracias a la globalización, es sin duda el de la industria del software, que en este año, con un monto de 67.000 millones de euros, se acerca al 13% del PIB. Pero las exportaciones informáticas han sido las primeras en recibir el impacto de la crisis en EE UU, su principal mercado de exportación.

"La crisis es internacional, no tiene nada que ver con India, un país por el que ha apostado Occidente y seguirá apostando", insiste Soyal Gupta.

Sin embargo, muchos expertos temen que esta apuesta pueda generar inestabilidad, sobre todo si el partido conservador hindú Bharatiya Janata Party (BJP) llega al poder en las próximas elecciones, previstas para mayo. India tiene 150 millones de musulmanes, que se sienten agraviados por las matanzas de Gujarat (2003) y la desatada tras la destrucción de la mezquita de Babri (1992). El BJP tiene un historial de apoyo al radicalismo hindú. Además, el acercamiento de Washington a Nueva Delhi -este año han firmado un pacto nuclear- ha sido una bofetada para Pakistán, que teme que esa alianza y los combates de la OTAN contra los talibanes en Afganistán faciliten la balcanización de Pakistán y su ruptura. Esta angustia del país vecino podría traducirse en nuevos atentados en India. -

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