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Azkuna entrega en París el premio Unesco-Bilbao

Hessel aboga por seguir la lucha en favor de los Derechos Humanos

"Es necesario que los jóvenes entiendan que la Humanidad tiene pulsiones muy negativas, que sigue teniendo dentro esa atracción por la violencia y el egoísmo, pero que, al mismo tiempo, es capaz de enormes actos de generosidad y fraternidad". Pocas personas pueden pronunciar estas palabras con mayor autoridad que Stéphane Hessel, quien ayer conversó por teléfono brevemente con EL PAÍS tras recibir en Paris el premio Unesco-Bilbao para la promoción de los Derechos Humanos. "Hemos avanzado mucho en 60 años en Europa, pero hace falta hacerlo en el resto del mundo. Conflictos como el de la ex Yugoslavia nos recuerdan que nada es irreversible, incluso en nuestra tierra. Queda mucho por hacer", precisó.

El premiado es uno de los 'padres' de la Declaración firmada hace 60 años

"Su vida es un ejemplo de dignidad", resumió el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, en la ceremonia de entrega, tras recordar que él mismo vivió "bajo el influjo de una dictadura que no respetaba los Derechos Humanos" como la de Franco. El primer edil aprovechó para hacer un breve homenaje a la última víctima de ETA, el empresario Ignacio Uria: "¿En nombre de quién y de qué pisotean lo más sagrado de los Derechos Humanos, el derecho a la vida?", exclamó.

"Usar la violencia en vez de la palabra es lo contrario de lo que predican los Derechos Humanos. Los jóvenes, sobre todo, tienen que entender que la violencia no hará progresar al pueblo vasco", anadió Hessel.

Tras mediar Unesco-Etxea entre el Ayuntamiento y la agencia de la ONU encargada de la cultura, ambas entidades pactaron que el premio, dotado con 25.000 dólares, sería patrocinado por la villa vizcaína. El consistorio afirmó en un comunicado que "probablemente" las próximas dos ediciones del premio se entreguen en Bilbao. Hessel donó el dinero a la asociación La Voix de l'Enfant.

La biografía de este ex diplomático francés recoge como pocas los altibajos del ser humano en el siglo XX. Vivió la caída de Francia bajo la bota nazi, la Resistencia, el horror de los campos de concentración de Buchenwald y Dora-Mittelbau y el nacimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Participó en la redacción de sus primeros borradores y en las negociaciones posteriores para limar escollos, como convencer a los países árabes de la conveniencia de reconocer la igualdad entre hombres y mujeres. Hoy, 60 años después de su aprobación, Hessel aboga por enterrar conceptos como el de soberanía nacional en aras de una verdadera "gobernanza mundial", que permita a los Estados y a sus ciudadanos recuperar parte del poder que las fuerzas trasnacionales han ido borrado.

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[Con motivo del 60º aniversario el Parlamento vasco se comprometió ayer en una declaración institucional "a renovar el compromiso con los Derechos Humanos y a defender su universalidad, indivisibilidad e interdependencia"].

La vida de un siglo

Los padres de Stéphane Hessel (Berlín, 1917), el escritor Franz Hessel y Helen Grund, fueron los personajes que François Truffaut inmortalizó en su Jules et Jim. Fundó en 1962 la Asociación de Formación para los Trabajadores Africanos y Malgache. En 1981, fue nombrado embajador vitalicio de Francia. La revista L'evennement du Jeudi titulaba así un retrato suyo en 1988: "Nadie sabe que este hombre es un héroe".

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