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Columna
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Residentes en Galicia

Era la rutina de Un, dos, tres: responda otra vez. Los concursantes eran siempre una pareja mixta de las de la época: él y ella (o ella y él, porsiaca), blancos, españoles, formales y residentes en Badajoz. En pocas ocasiones tenían alguna relación más allá de la amistad ni había manera de ver a un guardia civil con un vasco o a un gallego (Luis Tosar aparte) con una actriz china. Sí así hubiera sido, no habría faltado la coletilla final: "... y residentes en Lekeitio". O Boimorto. ¡Si es que hay que residir para ser de todas partes! Y hasta el más furibundo apátrida siempre tiene su lugar de residencia.

La cultura gallega reside en algún sitio y Galicia misma acogió, hace un par de días y sin mucho bombo, a The Residents, el "fenomenal combo pop del norte de Louisiana", que así se definían a sí mismos estos californianos en la portada de su primer disco ¡en 1973! En plena primera crisis del petróleo, vivo Franco aún, desvanecido el sueño hippy y desencantados los guerrilleros urbanos de Mayo del 68, unos no músicos de la Costa Oeste mandaron, in illo tempore, una grabación casera a una compañía de discos (Warner) a ver si sonaba la flauta.

La cultura gallega reside en algún sitio y hasta el más furibundo apátrida tiene lugar de residencia

Y sonó, vaya si sonó. Se la devolvieron horrorizados de tanta cacofonía, pero como aquella panda de protopunks sólo había dejado una dirección como remite (sin nombres ni nada), la devolución estaba dirigida "a los residentes" del número tal y tal de la calle cual de San Francisco. Ya tenían un nombre para la banda más inteligente y divertida de la Historia del Pop.

Cuando estas líneas se publiquen, ya habrá actuado en Pontevedra esta logia de músicos (ahora ya sí), actores, coreógrafos, diseñadores, humoristas y filósofos del arte de los siglos XX y XXI a los que nadie jamás ha visto la cara. Esto último es algo diametralmente opuesto a nuestra manera de entender cualquier evento cultural: la cara del artista tiene que ir por delante y, si no es así, la obra misma se desvanece en la nada. Entre el protagonismo y la barbarie, The Residents escogieron una tercera vía: la eficacia. Una cita de Mark Twain encabeza la biografía que Ian Shirley escribió del Grupo Sin Rostro: "Oscuridad y una aptitud, esa es la vida que merece la pena vivir".

La inmediatez y caducidad de los productos culturales al uso no afecta a The Residents. No envejecen porque aparecen en sus portadas vestidos de frac y con unos globos oculares con chistera en el lugar de sus cabezas. Un icono imbatible que les hace estar permanentemente en el candelabro (que diría Sofía Mazagatos) sin los riesgos inútiles que corrieron Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison o Daniel Castelao. Tontos serán, pero de los más normalitos. Cuando empezaron a ser conocidos en los setenta, hubo quien dedujo que se trataba de los Beatles camuflados, George Martin (su productor), Frank Zappa, Andy Warhol, Henry Mancini o alguno de los músicos de Pérez Prado, el Rey del Mambo. Y no, nadie pensó en Filgueira Valverde.

Muchas lecciones dan estos chicos. Una de ellas es la de que la cultura norteamericana no es la que nos venden: hay otros mundos. Otra, especialmente útil para los estamentos culturales, es la de que el prestigio y los resultados no son inseparables de una cara o un nombre de especial relevancia de cara a la galería. La Corporación Críptica, la oficina de management de The Residents que escrupulosamente dirigen dos yanquis (Hardy Fox y Homer Flynn) con aspecto de profesores universitarios, sería una buena consejera a la hora de organizar una Cidade da Cultura con los criterios que les fueron comunicados, como carencias, por Warner Bros. con la devolución de aquella legendaria maqueta de 1973: ariginalidad (sic), jecución (sic), presentación y potencial. Que hablen con Penn Jillette, el humorista que hace de portavoz de la banda.

Os Resentidos, el grupo que revolucionó la escena de la música gallega en los ochenta, tomaron su nombre a partir del de The Residents. Ya sólo por eso les debemos algo. ¿Que quiénes son los Residents? Relean las líneas anteriores. Como decía Joyce, las claves están dadas. Y no, no es Sofía Mazagatos.

julian@discosdefreno.com

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