Una mujer, su hijo y su nieta embarazada mueren en Gavà
La Generalitat confirma que una fuga de agua originó la explosión de gas
Ya son tres las personas que han perdido la vida por la explosión de gas natural que sacudió Gavà (Barcelona, 45.000 habitantes) en la madrugada del miércoles. La primera víctima mortal fue Ana María F. F., de 60 años. Ayer, fallecieron su hijo Torcuato F. F., de 41 años, y su nieta Fátima, de 17, que a su vez es sobrina de Torcuato. Los tres sufrían quemaduras en más del 90% de su cuerpo y no han logrado superar las heridas. La vida de otras 14 personas, la mayoría miembros de una misma familia de etnia gitana, sigue pendiendo de un hilo.
La jornada de ayer en las urgencias del hospital Vall d'Hebron, en Barcelona -donde permanecen desde hace días cientos de familiares, algunos llegados en autobús desde Granada y Murcia- fue especialmente convulsa. Los médicos añadieron anoche que a otras dos víctimas de la explosión les quedaban pocas horas de vida. La joven Fátima, que padecía quemaduras en el 95% del cuerpo, estaba embarazada de tres meses. Vivía con su madre, sus tres hermanos y su marido en el bloque de pisos que, como consecuencia de la explosión, tendrá que ser derribado. Todos, salvo la madre, siguen ingresados y están muy graves. El segundo fallecido de ayer, Torcuato, tiene dos hijos, que siguen en el hospital.
El goteo de muertos incrementó el desasosiego de Ca n'Espinós, el arrabal de Gavà cuyos 450 vecinos siguen conmocionados por la explosión. El desconsuelo es total. "Los damos a todos por muertos", resumió impasible Antonia Moreno, de 71 años y una de las matriarcas de la vasta familia que engloba al grueso de malheridos. La inquietud sobre la evolución de sus familiares ha sumido a la barriada en una psicosis colectiva: cada día se anuncia la muerte de varios de los ingresados que aún se mantienen en estado crítico. La posterior aclaración sobre su verdadero estado vital no consuela a nadie. "Si no mueren hoy lo harán mañana. No podemos tener esperanzas", zanjó Antonia para resumir el sentir de la barriada.
Los bomberos recogieron objetos de siete de los 11 pisos afectados. El ayuntamiento ya ha asignado una nueva vivienda a los inquilinos y les ha entregado 1.000 euros para las pérdidas materiales. Una fuga de agua, detectada minutos antes de la explosión, está en el origen del suceso. Lo confirmó ayer el consejero de Interior, Joan Saura. El agua "incidía" en el punto donde se detectó la fuga de gas natural, en la acera de la entrada a la finca. El gas se coló en el edificio a través de un espacio vacío.
Ese espacio hueco, situado entre los cimientos del bloque y el suelo de la planta baja, se utiliza para hacer pasar diferentes conducciones hacia el interior del bloque. El gas aprovechó esa ruta para formar una "gran bolsa", que se acumuló entre el segundo piso y el tejado, según los primeros informes de los Mossos d'Esquadra. Los técnicos encontraron un agujero de 1,60 metros en el subsuelo causado por el agua.
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