La policía israelí expulsa a los colonos de una casa de Hebrón
Un grupo de judíos radicales intenta impedir el desalojo
La policía israelí se empleó ayer a fondo para desbaratar el último desafío al Estado de los colonos judíos más radicales. Tres semanas después de que el Tribunal Supremo fallara a favor de evacuar de una casa de Hebrón a una veintena de familias, unos 600 agentes expulsaron del inmueble a 250 fanáticos que, procedentes de otros asentamientos de Cisjordania, se habían atrincherado y amenazado con emplear la violencia para impedir el desalojo. Una veintena de uniformados y colonos resultaron heridos leves -la mayoría por inhalación de gas lacrimógeno- en una operación resuelta en menos de una hora, y a la que siguió el desenlace habitual: un ataque a los palestinos, tres de ellos heridos de bala.
"Lucharemos con todo nuestro poder", dice el líder de los extremistas
Una hora antes de la irrupción de la policía, Baruch Marzel, líder de los mesiánicos -varios de ellos armados-, se mostraba enérgico: "Lucharemos con todo nuestro poder. Estamos salvando al Estado de Israel. Si no podemos vivir en esta casa, tampoco podremos vivir en Tel Aviv o Haifa".
Cuando comenzó la operación y a levantarse la arena en pleno tumulto, la firme amenaza se disolvió en la polvareda. Buena parte de los colonos, algunos de ingenuidad conmovedora, no ha cumplido 18 años. La mayoría sabía que, tarde o temprano, serían desalojados. Su oposición se redujo a poco más que pataleos.
Son ya dos meses de vandalismo desatado por los colonos más extremistas en Cisjordania. "Esto es una guerra religiosa", comentaba un adolescente de Toronto, ahora estudiante de una escuela talmúdica en Jerusalén.
Desde los asentamientos han asaltado pueblos palestinos, incendiado docenas de vehículos, profanado tumbas musulmanas y mezquitas, atacado a los soldados israelíes, pinchado las ruedas de sus vehículos, cortado carreteras, arrancado olivos... Los oficiales del Ejército israelí acusan a los jóvenes judíos de prender la mecha de los continuos altercados de los últimos días en Hebrón, que cuenta con 180.000 habitantes palestinos y 600 colonos que viven incrustados en el corazón de la ciudad, protegidos por más de mil militares. "No pueden permitirse pogromos en Israel", había dicho el primer ministro, Ehud Olmert.
Siempre tratados con guante de seda, el ministro de Defensa, Ehud Barak, negoció hasta la mañana de ayer con el Consejo Yesha, el organismo que representa a la mayoría de los colonos, el desalojo pacífico de esta casa ocupada desde marzo de 2007. Pero no llegaron a un acuerdo.
Poco después de la evicción, decenas de colonos marcharon a la ciudad vieja de Hebrón. Calcinaron coches de árabes y se enfrentaron a pedradas con los vecinos, tres de ellos tiroteados. "Barak ha lanzado una cerilla en un barril de pólvora", advirtió Danny Dayan, líder del Consejo Yesha. Por la noche, grupos de colonos atacaron pueblos palestinos por toda Cisjordania.
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