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Columna
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'Pseudoeventos'

Lorenzo Gomis en su Teoría del periodismo (Paidós, 1991) reflexiona sobre el fenómeno de los "pseudoeventos", es decir de aquellos hechos provocados con el único objetivo de ser recogidos por los medios de comunicación y que carecerían de sentido sin la presencia de los informadores. Este tipo de acontecimientos creados para los media son casi tan viejos como el propio periodismo, aunque la proliferación de gabinetes de comunicación ha disparado su utilización.

En los últimos años el número de pseudoeventos recogidos en las páginas de los diarios se ha incrementado hasta el punto de que en algunas secciones supera al de acontecimientos surgidos per se (un accidente mortal, por ejemplo). Las concentraciones de protesta en las que la cantidad de congregados es inferior al de los periodistas presentes podrían constituir un ejemplo habitual de este tipo de noticias.

No puede sorprender que este tipo de 'performances' de los políticos aumente de forma exponencial

Las campañas electorales constituyen la época dorada de los pseudoeventos: la visita a un mercado para repartir flores, la entrega de caramelos y folletos propagandísticos en la Gran Vía, la explicación de un programa ante una decena de personas... Eso sí, en todas estas manifestaciones resulta imprescindible la presencia de los medios, a ser posible con cámaras de televisión.

Desde que el Tribunal Constitucional declaró ilegal el proyecto de consulta del Ejecutivo vasco, estamos en precampaña electoral. No puede sorprender, por tanto, que este tipo de performances que los políticos representan para los informadores aumenten de forma exponencial: hoy presento la foto de la primera comunión de un candidato (que ya entonces quería ser lehendakari), mañana visito -con la obligada cohorte de reporteros- el puerto de Pasajes, etc.

En un momento en el que tanto se habla de I+D+i, la innovación ha llegado también al terreno de los pseudoeventos. La última aportación es la inauguración a plazos. Hasta ahora estábamos acostumbrados a ver a los políticos poner la primera piedra de una obra y a que no volviesen a aparecer por el lugar hasta la conclusión de la infraestructura en cuestión.

Sin embargo, el reciente estreno de un arco de puente sobre el río Bidasoa en Erdarlatsa muestra las nuevas tendencias en el sector del teatro mediático. Miguel Sanz, Juan José Ibarretxe y Markel Olano convocaron a la prensa con motivo de que el arco que sujetará el futuro puente ya unía las orillas guipuzcoana y navarra del río. Hay que decir que todavía falta por construir la pasarela y los accesos a la carretera, por lo que el viaducto no será operativo hasta junio de 2009, momento en que tendrá lugar la inauguración definitiva.

Para destacar el carácter provisional del acto, todos los políticos asistentes iban provistos de chalecos reflectantes y cascos de obra. Me pareció un feo detalle por su parte que al dantzari que bailó para ellos no se le dotase también de esta equipación. Un dantzari con chaleco fosforito y casco hubiera contribuido a alertarnos sobre el riesgo al que se exponen nuestros dirigentes en su diaria labor inauguradora.

Lo peor de todo es que marzo queda aún muy lejano y que la reiteración de informaciones sobre ruedas de prensa para no decir nada, visitas turísticas por la geografía vasca o inauguraciones por fases pueden terminar aletargando al elector más entusiasta. Menos mal que entre tanta representación de medio pelo todavía llegan al escenario político vasco algunas obras cómicas de primer nivel, como el impagable espectáculo al que acabamos de asistir con motivo de la frustrada fusión de las cajas vascas. Ya lo dijo Freddie Mercury: "The show must go on".

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