India exige a Islamabad una "acción enérgica" contra los extremistas
Pakistán pide al país vecino contención para evitar un nuevo conflicto regional
India y Pakistán se asoman peligrosamente al precipicio de un nuevo conflicto entre los dos vecinos armados con bombas nucleares. El Gobierno indio no ha acusado directamente a Islamabad de estar detrás de los atentados de Bombay, pero soporta una presión creciente de buena parte de la sociedad. Incluso el Partido del Congreso, el principal de la coalición gobernante, exigió ayer a Islamabad una "acción inmediata y enérgica" contra el terrorismo.
El temor a entrar en una espiral difícil de contener lo puso de relieve el presidente paquistaní, Asif Alí Zardari, al pedir contención a India "incluso si los militantes [que atacaron Bombay] son de Lashkar e Toiba (LeT)", la organización armada paquistaní cuyo ataque al Parlamento indio colocó a los dos países al borde de una guerra en 2002.
El Gobierno indio ha desmentido que haya comenzado a reforzar militarmente los 3.300 kilómetros de frontera que le separan de Pakistán. Pero ha exigido, en una carta entregada al embajador paquistaní en Nueva Delhi, "una acción enérgica" contra LeT y otros grupos radicales islámicos establecidos en la Cachemira paquistaní.
India, que en los últimos años ha mejorado sensiblemente sus relaciones con EE UU, ha criticado siempre que la presión de Washington sobre Islamabad sea para luchar contra los talibanes y los miembros de Al Qaeda establecidos en la zona fronteriza con Afganistán, mientras se hace la vista gorda con los radicales que operan en la frontera con India.
Para demostrar su deseo de cooperar, Pakistán se ha declarado dispuesto a reforzar su frontera oriental, lo que requiere trasladar algunas de las tropas destacadas en la occidental, algo que no gusta a EE UU. Pero lo que ha sentado peor a Washington ha sido la advertencia de que si India incrementa sus efectivos contra Pakistán, el Ejército paquistaní se verá obligado a desplegarse masivamente en su frontera oriental.
La secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, anunció ayer que llegará a Nueva Delhi mañana para mostrar "el apoyo estadounidense" a India y, sin duda, para tratar de enfriar la olla de presión que amenaza con estallar sobre toda la región.
Los atentados que se cobraron la vida de 183 personas ya han hecho que rueden varias cabezas políticas indias. El domingo cayó el ministro del Interior y ayer perdieron sus cargos el jefe y el subjefe del Gobierno del Estado de Maharashtra, cuya capital es Bombay. Los tres son miembros del Partido del Congreso.
En cierta medida, lo que más ha caldeado los ánimos indios ha sido el tropiezo del Gobierno paquistaní -el primero salido de las urnas, en febrero, tras nueve años de dictadura-, al ofrecer enviar a Nueva Delhi al director del todopoderoso servicio secreto (ISI), el general Ahmed Shuyaa Pasha. India, que siempre acusa al ISI de estar detrás de los atentados, se sorprendió de la oferta y la aceptó casi de inmediato. El problema fue que el primer ministro, Yusuf Raza Gilani, no lo había consultado ni con Pasha, ni con el Ejército, del que depende el ISI, y éstos se negaron y ofrecieron enviar a funcionarios menores.
Para India, esto revela la debilidad del Gobierno civil paquistaní y sobre todo que los principales sospechosos de apoyar a las organizaciones radicales islámicas "no están interesados en compartir información con India", señalan fuentes diplomáticas.
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