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El trampolín norteamericano

En ocasiones, se considera que el mayor peligro de Lukoil procede de la pervivencia, camuflada o no, en su estructura accionarial de personajes ligados al antiguo poder soviético o a sus servicios secretos, de tan dudosa ética empresarial como habilidad para recolocarse en la nueva nomenklatura rusa. Y, así, se juzga una garantía que esté participada por fondos norteamericanos. Los servicios de información que combaten a la mafia rusa no ven tan clara tal distinción. Porque los fondos norteamericanos, perfectamente, pueden estar nutridos de dinero de la mafia rusa. A modo de ejemplo, la vivienda que poseía el huido Tariel Oniani en Barcelona, era propiedad de la firma Moler, que tenía relaciones financieras con dos firmas, Benson y Grand Stock Corporation, ubicadas en Estados Unidos. Ambas sociedades están inmersas en 72 informes por blanqueo de capitales del tráfico de armas y de otras actividades criminales. Todas las operaciones, que sumarían más de mil millones de dólares, estaban vinculadas con el banco Soyuzni de Rusia y tenían como teatro de operaciones países como Japón, Italia o España. Pero lo singular es que "estas transacciones han sido consideradas sospechosas por los siguientes motivos: invo-lucradas potentes empresas ta-paderas con base en los Estados Unidos, actividades comerciales irregulares, y la implicación de geografías, industrias y entidades de alto riesgo". El sumario de la Operación Avispa detalla abundantes pagos para los mafiosos rusos asentados en España ordenados desde cuentas bancarias de Estados Unidos. ¿Quién podría sospechar que las inyecciones económicas procedentes de bancos norteamericanos fuera de toda sospecha (Union Bank of California International, JPMorgan...) eran ordenadas por la mafia rusa?

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