Jóvenes airados
Ya no se hacen películas en blanco y negro. Ya no se hacen películas que duren poco más de una hora. Ya no se hacen películas tan buenas como Somers town.
Shane Meadows es una rara avis en el contexto del cine social europeo. Si hace un retrato sobre los neonazis en Inglaterra, le da aire de cuento y le imprime delicadeza y hasta melancolía. Así era la notable This is England. Si pretende narrar las dificultades de los jóvenes inmigrantes del segundo mundo (Polonia) en el primer mundo (Inglaterra), no verbaliza sus pretensiones, no hace cine bienintencionado, no trata con condescendencia a sus criaturas, no relata de forma maniquea. Simplemente conforma una preciosa película sobre la amistad, retrata una atmósfera vital, fábula sobre los sueños de una generación de chavales. Así es Somers town, su nuevo trabajo, una producción insólita por su duración y por su textura, una pequeña joya del cine social que entronca con el free cinema de las décadas de los cincuenta y los sesenta, representado por cineastas como Lindsay Anderson, Tony Richardson o John Schlesinger. Los dos protagonistas de Somers town son herederos del solitario corredor de fondo creado por Alan Sillitoe y filmado por Richardson. Críos que basan su actividad diaria en el ganduleo, jóvenes airados cuyo objetivo ni siquiera se vislumbra. Animado, valga la paradoja, por las afligidas canciones de Gavin Clark y Ted Barnes, Meadows narra a golpe de pincelada, y de ese modo música e imagen acaban armonizando en un halo lírico no exento de humor. Eso sí, una sonrisa que llega a congelarse, sobre todo si a la hora de la llegada a la meta uno cae en la cuenta de que sólo es un ilusorio mundo de color.
SOMERS TOWN
Dirección: Shane Meadows.
Intérpretes: Thomas Turgoose, Piotr Jagiello, Kate Dickie, Ireneusz Czop. Género: comedia dramática. Reino Unido, 2008.
Duración: 75 minutos.