Elogio del Eixample
"¿Cómo es Europa? Bonita, ¿verdad? Sí, bonita, muy bonita. Te la miras por fuera como un turista. Por dentro, ¡es esto!", dice la criada dominicana de la muy endogámica familia catalana que protagoniza Forasters. La cámara desciende para mostrar el vómito que mancha el embaldosado. La frase, en buena medida, condensa las debilidades de la obra original de Sergi Belbel: una obra que sobreexplica su panorámico despliegue de mal rollo a caballo entre dos siglos, donde una suerte de catalanidad enfermiza, agonizante, miserable y numantina resiste (o no) la inevitable intromisión del Otro (los forasteros del título: inmigrantes andaluces en los años sesenta, marroquíes en el presente), mientras el trenzado en dos tiempos de este melodrama familiar -casi un Gótico del Eixample- lanza feroces cargas de profundidad sobre el peso de la herencia y sobre la maldición de convertirse en lo que más se odia. El movimiento de cámara en dirección al vómito es una anomalía en el conjunto: un momento en que la puesta en escena de Ventura Pons sucumbe a los subrayados del texto, dentro de un trabajo riguroso que condensa el original -cuyo montaje teatral se acerca a las tres horas de dura-ción- y extrae notable partido visual del juego de rimas entre los dos tiempos. Forasters podría formar un interesante programa doble con su anterior película, Barcelona (un mapa), adaptación de una obra teatral de Lluïsa Cunillé que hurgaba en similares heridas con armas muy distintas.
FORASTERS
Dirección: Ventura Pons.
Intérpretes: Anna Lizarán, Joan Pera, Manel Barceló, Roger Príncep, Aida Oset, Joan Borrás.
Género: drama. España, 2008.
Duración: 105 minutos.
Babelia
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