La cabeza desaparecida
No puedo decir que voy a coger por los pelos la polémica de género suscitada por el cartel de la Feria de Durango 2008, porque la imagen allí representada carece de cabeza visible. Las tres piezas que la componen: una rotunda boina, unas gafas de leer y unos auriculares delimitan, por la posición en que están colocados, un rostro; pero es un rostro desaparecido, un rostro de aire. No cogeré pues esa polémica por los pelos, ni siquiera al vuelo, a pesar de su sustancia aérea, porque ambas expresiones denotan fugacidad y el asunto reúne, en mi opinión, tanto en su diseño como en la controversia que ha provocado, elementos que dan para más de un debate durable.
La Defensoría para la Igualdad del Gobierno vasco ha denunciado el cartel, lo considera (presuntamente) discriminatorio contra las mujeres, en la medida en que la boina negra es un signo masculino que no nos incluye o representa a las mujeres. Esto ha motivado la apertura de una investigación cuyas recomendaciones o conclusiones, se nos dice, pueden tardar seis meses en llegar. Lo que significa que para cuando lleguen el cartel en cuestión habrá cumplido plenamente su cometido, habrá pasado ya a los archivos de la Feria de Durango, e incluso habrá tenido tiempo de desaparecer de nuestras memorias. Resulta evidente que tantos meses de plazo desvirtúan, por no decir que ridiculizan, el sentido mismo de la polémica suscitada, de la investigación abierta y de la resolución final; una resolución cuya eficacia práctica será entonces nula, y por ello su valor teórico también dudoso o precario. Por desgracia las cuestiones y las reivindicaciones de género se ven demasiadas veces afectadas por una demoledora distancia entre la teoría y la práctica; entre los esperanzadores enunciados de la forma y las crueles realidades de fondo. Entiendo que ésta no debería ser una ocasión más para representar este desfase; que la investigación abierta por la Defensoría para la Igualdad debería tramitarse por la vía de urgencia y el dictamen llegar con tiempo para remediar o confirmar el cartel. Si resulta que es discriminatorio contra las mujeres, pues no debería convertirse en la imagen oficial de la Feria de Durango 2008. Si no lo es, que sea su imagen pero sin sombras de duda, controversias vanas, ni puntos suspensivos.
El cartel de la Feria de Durango avala que la edad de las obras no depende de la de sus autores
Personalmente tengo que decir que a mí el cartel no me gusta nada, pero me interesa bastante, básicamente por dos razones. La primera porque sirve para apoyar la idea de que la edad de las obras no depende en absoluto de la de sus autores. Que hay octogenarios cuyos trabajos resplandecen de contemporaneidad (un ejemplo perfecto lo constituye la novela Atrapa la vida de Nadine Gordimer) mientras que hay jóvenes, como el autor del cartel que nos ocupa, que prefieren los argumentos de toda la vida. La segunda y fundamental razón es que veo en él una metáfora (no pretendida por su autor, si nos atenemos a las declaraciones aparecidas en prensa; pero ya se sabe que una vez hechas públicas las obras pasan a pertenecerle al público, a la mirada de cada observador), una buena metáfora del desolador papel al individuo le reservan ciertas malas maneras de entenderse y rentabilizarse lo cultural: el papel de invisible consumidor o de mero soporte de gadgets y de símbolos, como losas sobre la cabeza (desaparecida).
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