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ESTA SEMANA
Columna
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Héroes

El presidente de la Diputación de Málaga, Salvador Pendón, del PSOE, está obligado a dar a conocer los nombres de todos sus cargos de confianza. Ha de desvelar quiénes son esos íntegros profesionales que, según él, pierden dinero al aceptar el puesto que ocupan y que conllevan una remuneración inferior a la que gozaban en el ámbito privado. Después del escándalo en la Diputación almeriense y en un momento en el que la sociedad sólo percibe mensajes, es necesario que sepamos que existen personas dispuestas al sacrificio asumiendo responsabilidades públicas bien peliagudas y para, colmo, peor pagadas. Para aquellos que tengan una mala imagen de estos cargos nada mejor que saber, por tanto, que hay gente que trabaja por el bien común y por cuatro perras.

Por esa razón no se entiende bien las reticencias de Pendón a publicar sus bienes e intereses, tal como lo plantea la dirección provincial de su partido. Pendón, miembro de la ejecutiva regional del PSOE, duda que deba publicarse en Internet el patrimonio y las actividades de dichos asesores. Precisa que esos cargos lo son más con carácter profesional que político y añade, gran revelación, que hay personas que al aceptar dicha misión, pierden poder adquisitivo. Aclara que esto ocurre porque los hay que actúan por compromiso con determinadas formas de gobernar por lo que, según él, no tiene por qué obligarles a que tengan el mismo comportamiento que los cargos públicos sometidos a esa evaluación del electorado.

Sin embargo, sus compañeros de partido en el Ayuntamiento de Sevilla fueron uno de los primeros en aplicar total transparencia en este capítulo. Tanto es así que hoy por hoy se puede consultar fácilmente por Internet la relación de actividades, bienes e intereses tanto de los integrantes de la corporación en su totalidad como la de los cargos de empresas municipales y asesores. Todo un ejemplo de transparencia a seguir. El escepticismo de Pendón viene a coincidir con el manifestado en su día por los dirigentes del PP sevillano poco dados a que se aireara por la red detalles sobre los suyos hasta que, al final, para no quedar en evidencia, se llegaron a sumar a esta iniciativa impulsada por el alcalde hispalense, Alfredo Sánchez Monteseirín.

Puede que se entienda esta actitud como respuesta a la lógica resistencia que supone poner en conocimiento de todos detalles que corresponden al ámbito privado. Una prerrogativa que se podría resolver, en cualquier caso, con la correspondiente declaración de bienes depositada en el Registro de la propia Institución y, por tanto, con un acceso más restringido. Pero esta objeción queda superada, por supuesto, con el favor que nos hace constatar que siguen existiendo héroes por ahí, dispuestos a perder parte de lo suyo por el bien común de los demás.

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