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Reordenación energética

El Gobierno sabía del plan de venta desde septiembre

Sacyr y La Caixa informaron de la operación, psumario=

Miguel Ángel Noceda

La venta del 30% de Repsol por parte de SacyrVallehermoso y La Caixa comenzó a programarse hace varios meses. Las dos empresas españolas, principales accionistas del grupo petrolero, se habían puesto de acuerdo en salir de su accionariado y así se lo hicieron saber al Gobierno en septiembre, cuando se intensificaron las negociaciones.

Los vendedores tenían distintas razones. Para la entidad financiera catalana, que posee en torno al 12,5% de Repsol, la inversión formaba parte de las consideradas "maduras", es decir, aquéllas que ya se consideran amortizadas y cuya venta puede generar importantes plusvalías para otras operaciones.

Para el grupo constructor, propietario del 20%, la razón principal radicaba en que podría obtener unos sustanciosos fondos para enjugar la fuerte deuda que arrastra, superior a los 18.000 millones de euros. Ahora está a punto de cerrarse, según reconocen todas las partes. El único escollo que puede encontrarse es la financiación, que se espera salvar después de hablar con las entidades acreedoras de Sacyr.

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Así las cosas, se puso el cartel en venta bien a la vista y los gigantes petroleros de todo el mundo comenzaron a cortejar a la empresa española. No extrañó, por tanto, que en la carrera participaran Total, presente en España a través de la segunda empresa del sector (Cepsa), lo que en caso de compra obligaría a vender activos; Shell, ausente en la península; el grupo italiano ENI, con el que Repsol llegó a hablar en su día de fusión, y varios grupos árabes y, sobre todo, rusos. Entre éstos, estaban Gazprom; la mayor petrolera privada de aquel país, Rosneft; y la segunda, Lukoil.

Los socios españoles se pusieron como fecha orientativa para cerrar la operación el final de año, a sabiendas de que los zarandeos de la crisis podrían retrasar cualquier decisión. Precisamente han sido las exigencias impuestas por la crisis, las que han acelerado el proceso. Tras varios contactos con todas las empresas, visitas a los responsables de la sociedad, emisiones de hechos relevantes confirmando algunos extremos de las negociaciones..., la pasada semana se precipitó todo con las declaraciones del viceprimer ministro ruso, Alexánder Khuzov, en su visita a España. El mandatario de Moscú subrayó que Gazprom estaba interesado en entrar en Repsol. Lo que dijo era verdad, pero al Gobierno español no le gustó nada que un grupo estatal tomara el control de una empresa española que precisamente se había privatizado. Se repetía la historia de la alemana E.ON y Endesa.

Hay quien asegura que había escondida una segunda carta, la de la petrolera privada Lukoil. Es más, en el entorno de Repsol sorprendió que se hablara de Gazprom y no de Lukoil, con la que se habían entablado contactos más estrechos. Posiblemente, el episodio del viceprimerministro ruso fue la causa que precipitó la rápida reacción de Lukoil y de los accionistas de Repsol.

Las negociaciones, sin embargo, se han intensificado desde septiembre y en ellas han participado directamente los responsables de La Caixa (con Isidro Fainé, su presidente, y Juan María Nin, su director general, a la cabeza) como con el presidente de Sacyr, Luis del Rivero. En cualquier caso, mientras se revisaban precios y se hacían los típicos tira y afloja de estos casos, no se rompieron los contactos con otros grupos. El Gobierno, informado a través del ministro de Industria, Miguel Sebastián, poco podía decir sobre la petrolera privada Lukoil tras oponerse a la opción Gazprom por ser de titularidad pública. Eso sí, exigió que se mantuviera la españolidad de Repsol, a lo que se ha comprometido Lukoil.

Gasolinera de Lukoil en Estados Unidos.
Gasolinera de Lukoil en Estados Unidos.AP

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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