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Aubry y Royal se disputan un partido dividido casi al 50%

El voto del ala izquierda del PS francés es decisivo para elegir un nuevo líder

Antonio Jiménez Barca

Cuatro horas después de que se cerraran las urnas, a las dos de la madrugada de hoy, un antiguo ministro de Interior Daniel Vaillant compareció ante la prensa para decir que el resultado de la segunda vuelta de las votaciones para elegir al primer secretario del Partido Socialista francés (PS) era tan ajustado que aún no se podía dar a nadie la victoria. A esa hora, por tanto, continuaba el duelo entre las dos candidatas: Martine Aubry, de 58 años, alcaldesa de Lille, y Ségolène Royal, de 55 años, la ex candidata presidencial derrotada por Nicolas Sarkozy. A las puertas de la sede socialista en París se congregaron decenas de militantes que gritaban: "Unidad" y "Todos juntos socialistas".

El jueves por la noche se supo que Royal obtuvo el 43,10% de los votos de los militantes; Aubry el 34,1%. El tercer aspirante, el representante del ala izquierda del partido, Benoît Hamon, quedó en tercer lugar con 22,8% y, por tanto, fuera de la carrera. Sus votos debían ser decisivos en la votación de ayer, aunque al parecer se repartieron más de lo esperado.

En principio, y según la teoría, estos votantes de Hamon debían apoyar a Aubry. No sólo porque el mismo Hamon así lo pidió muy pocos minutos después de enterarse de que había sido apeado de la lucha por el puesto de primer secretario, sino también porque los militantes situados más a la izquierda son los opuestos a cualquier pacto con el centro en el futuro. Y Aubry ha hecho de la oposición a esta alianza con el centro una de las constantes de su campaña. Pero eso es sólo la teoría, que en el largo y alambicado proceso de elección del líder del socialismo francés no se cumple mucho.

Un ejemplo: después del congreso de Reims, celebrado el fin de semana pasado, un cuarto aspirante, el alcalde de París, Bertrand Delanoë, también se apartó de la lucha y también recomendó a sus seguidores, casi un 25%, votar por Aubry. Como Aubry contaba por entonces también con un 25% de apoyos, muchos supusieron que se haría con un aritmético y suficiente 50%. Pues no. Obtuvo el citado 34,1%. Royal se hizo con un puñado de votos de militantes que desobedecieron a Delanoë: la teoría falló, las matemáticas patinan casi siempre en la elección del líder del PS.

Así, ayer, a la hora en que se abrían las urnas para la última y decisiva votación, Hamon volvía a insistir: "Matemáticamente, Aubry debería ser la elegida". Pero Vicent Peillon, un dirigente socialista del equipo de Royal, replicaba desde el otro lado: "Todavía hay partido".

De cualquier forma, la líder del socialismo francés heredará una formación dividida casi al 50%, desmoralizada, vapuleada en las urnas por la derecha y con una necesidad urgente de optimismo. Cómo se cerró el último congreso es un ejemplo del estado casi comatoso en que se encuentra el PS: el primer secretario saliente, François Hollande, también ex compañero sentimental y padre de los cuatro hijos de Ségolène Royal, renunció a pronunciar un discurso de despedida o de clausura.

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Martine Aubry, en la inauguración ayer de un mercadillo de Navidad en Lille (norte de Francia).
Martine Aubry, en la inauguración ayer de un mercadillo de Navidad en Lille (norte de Francia).REUTERS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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