Los fondos de la Real Academia abren la era digital del patrimonio gallego
La Cidade da Cultura acogerá copias de historiadores, músicos y diarios del siglo XIX
Le llamaban "la maleta de Murguía". Era un bulto repleto de documentos y publicaciones que vagó durante décadas, cerrado y arrinconado, por la sede coruñesa de la Real Academia Galega (RAG) antes de que alguien se atreviese a abrirlo, organizar su contenido y difundir aquel legado, hasta entonces oculto, del fundador de la ancestral institución. Ahora son todas las maletas de los más ilustres personajes de la cultura gallega los que van a "abrirse al mundo", en palabras de la conselleira de Cultura, Ánxela Bugallo, con el ambicioso programa de digitalización del patrimonio escrito, sonoro o audiovisual de la comunidad autónoma con el fin de hacerlo accesible a todos, a través de Internet. Un laborioso trabajo que arrancará precisamente por los tesoros de la RAG.
121.320 páginas, de 792 obras, podrán consultarse sin desplazarse a la RAG
Es la primera de una larga lista de instituciones públicas o privadas con las que la conselleira firmará un convenio, como el suscrito ayer en A Coruña con el presidente de la Real Academia Galega, Xosé Ramón Barreiro, con el fin de realizar una copia digital de los importantes documentos y obras que conservan. En el caso de la institución de la lengua, la digitalización de sus fondos, un trabajo técnico de gran complejidad que costará 149.000 euros, comenzará con las 11.400 imágenes de los hermanos de la Iglesia, "figuras destacadas del Renacimiento cultural gallego del siglo XIX".
Obras de Manuel Murguía, Manuel Curros Enríquez, Concepción Arenal, Alfredo Brañas, Eduardo Pondal, Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro o Miguel y Manuel Colmeiro, por citar sólo algunos, pasarán también a ser patrimonio de todos al reconvertirse al formato digital.
Son, en total, 121.320 páginas de fondos bibliográficos de la RAG, correspondientes a 792 obras, las que se podrán ver sin desplazarse a la sede de la Real Academia. La institución conservará una copia digital, mientras que otra pasará a llenar los ahora vacíos estantes del Archivo y de la Biblioteca nacionales de Galicia, en la compostelana Cidade da Cultura. Y vía Internet se democratizará el acceso, abierto a todos, del rico patrimonio cultural gallego.
"Por fin", exclamó Barreiro al congratularse de esta "auténtica operación de Estado" que permitirá difundir y poner al alcance de cualquiera documentos y obras que "simbolizan la constitución cultural de un país". Y es que al hacerse copias digitales, se garantiza también la conservación de escritos frágiles y amenazados por el tiempo, como la obra poética y de cuentos de Emilia Pardo Bazán que, pese a estar "deshechos", dijo Barreiro, la Real Academia logró resucitarlos de la mano de las nuevas tecnologías.
O se recuperarán y difundirán fondos documentales inéditos o poco conocidos como el único ejemplar que la Real Academia Galega logró rescatar de La Oliva, aquel primer periódico galleguista editado en Vigo entre 1856 y 1857 en el que colaboró el propio Murguía.
En total se digitalizarán, en esta primera fase, 8.000 páginas de publicaciones periódicas procedentes de 33 cabeceras. Se podrá consultar El Miño, el periódico político que tres veces a la semana, entre 1857 y 1868, sucedió a La Oliva. También, crónicas de El criticón, un semanal dominguero "lenguaraz y novelero", editado en A Coruña en 1885, o de El cronista, publicación también coruñesa de 1855 y de corte "satírico y literario".
La Real Academia incluso atesora ejemplares de diarios de principios del siglo XIX, como Estado Mayor (Lugo, 1811) o Exacto Correo de España en la Coruña (A Coruña, 1810-1815).
Junto a estas publicaciones y obras literarias de los más destacados autores gallegos del siglo XIX estarán también partituras de compositores como Marcial del Aladid o del creador musical del himno gallego Pascual Veiga.
El original que se tocó por primera vez en la Habana en 1907 se quedó allí, pero la Real Academia sí conserva y digitalizará el texto de Eduardo Pondal, con todas las correcciones y tachados que el autor fue imponiéndose, cada noche, hasta lograr la versión definitiva.
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