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Reportaje:Los riesgos de las tropas españolas

"El signo de modernidad es el kaláshnikov"

Reconstruir y estabilizar el país llevará 50 años, según el Gobierno español

Natalia Junquera

Explicar por qué un brigada asturiano de 41 años y un cabo gallego de 30 han muerto tan lejos de casa, en un país que no está en guerra y a manos de un suicida de 18 años, no es fácil. Tampoco es fácil ser incapaz de asegurar que los cadáveres de Juan Andrés Suárez García y Rubén Alonso Ríos pueden no ser los últimos en regresar de Afganistán cubiertos por la bandera española. La violencia ha aumentado mucho desde que el contingente español llegara al país asiático en 2002. Los talibanes, entonces concentrados en el cinturón pastún, en la zona sur y este de Afganistán, se han desplazado al oeste, la zona española.

Desde el Gobierno, que ha enviado al país a 778 militares españoles, el secretario general de Política de Defensa, Luis Cuesta, defiende que se trata de una misión internacional, con aval de la ONU, de la que depende, "no sólo la estabilidad de Afganistán, sino la de todos, porque Afganistán es una amenaza mundial". Desde la Agencia Española de Cooperación (AECI), con una decena de miembros sobre el terreno, Pablo Yuste, insiste en la importancia de una misión, "imposible sin la presencia militar", que entre otras cosas, ha conseguido reducir la mortalidad infantil en la provincia de Badghis donde morían uno de cada cinco niños antes de los cinco años.

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"Afganistán es la pobreza extrema, el siglo uno antes de Cristo, un lugar donde el único signo de modernidad es el kaláshnikov", explica Yuste. Enumera con pasión los pequeños grandes logros que han conseguido en cuatro años. "Hemos construido 160 kilómetros de carretera. No es mucho en una provincia como Galicia, pero ha hecho posible trasladar médicos, medicinas, alimentos a una velocidad que puede ser la diferencia entre la vida o la muerte. Como lo era el puente que construimos sobre un río y que separaba dos pueblos, uno con hospital y otro sin asistencia médica. Afganistán es de los pocos países donde la mortalidad infantil se mide en tantos por ciento y no tantos por mil. Al llevar agua potable a 30.000 personas, hemos eliminado muchas de las enfermedades relacionadas con el agua que mataban a los niños. Llevamos 20.000 plazas escolares y hemos formado a 50 matronas de zonas muy remotas para que las mujeres dejen de morir en los partos. Sí, se nota, aunque queda mucho por hacer. Nos hacen falta 50 años para reconstruir y estabilizar este país".

El secretario de Política de Defensa asegura que "sin seguridad, sería imposible la reconstrucción". Hasta que los países integrados en la ISAF revisen en 2010 la estrategia de la misión y mientras no se pueda hacer un balance de la operación de patronazgo y formación del Ejército afgano, España no decidirá si necesita o no más soldados en Afganistán. De momento, Cuesta está satisfecho con los logros de la AECI, a la que el contingente aporta seguridad, y el proceso de afganización: "El Ejército afgano participa ya en el 78% de las operaciones y hay ya siete batallones autónomos. Hoy tienen 55.000 efectivos y el objetivo es que sean 122.000 en 2010". El objetivo final, resume Cuesta, es que el pueblo afgano compruebe por qué conviene más estar a este lado, y que el país cuente con un Gobierno autónomo capaz de extender su autoridad y dar seguridad por todo el país. Para ello, hará falta la colaboración de Irán y Pakistán, países para los que España, buscará "incentivos políticos y económicos".

Gasto en Afganistán

- Créditos para la misión ISAF-Afganistán (en miles de euros): 2004: 102.571; 2005: 223.630; 2006: 272.352; 2007: 266.755; 2008: 305.382 (hasta noviembre).

- España tiene destinado para el periodo comprendido entre 2002 y 2010 un gasto de 236 millones de euros.

- La AECI invierte anualmente 10 millones de euros.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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