La sombra de Chacón
La capitán Elena Carrión, edecán de la ministra de Defensa, es la primera mujer que ejerce como ayudante de campo en la historia del Ejército español
El domingo pasado Elena Carrión abordó su viaje más duro. 16.000 kilómetros en 31 horas, 28 de ellas de vuelo, la mitad con los cadáveres de dos compañeros en la bodega. Carrión era una de las dos mujeres a bordo del Airbus 310 fletado por Defensa para repatriar a las víctimas del ataque a las tropas españolas en Herat (Afganistán). La otra era la ministra Carme Chacón. Vestidas de batalla -Chacón con pantalón y zamarra de campo; Carrión con el uniforme árido OTAN- pasaron juntas el peor trago de sus carreras. Sus trayectorias se cruzaron hace seis meses. Desde entonces Carrión es la sombra de Chacón.
La capitán Elena Carrión, interventora de los Cuerpos Comunes, es la primera ayudante de campo del Ejército. Así lo revelan las agujetas, los cordones sobre el pecho que distinguen a los oficiales destinados a la asistencia de los generales. Entre el medio centenar de varones que ejercen el cometido, ella es la única mujer. Su ayudado no es un general sino la jefa. Dos coetáneas -Chacón tiene 37 años, Carrión 42- y colegas de formación -licenciadas en Derecho- han estrenado casi a la vez la presencia femenina en su cargo.
La ministra quería una persona discreta. Con una hoja de servicios impecable, con idiomas y entrega total Zapatero no usa los servicios del ayudante militar. Tres civiles se turnan en las funciones de asistir al presidente
La sorpresa de Chacón cuando Zapatero le adjudicó Defensa no es nada frente a la de Carrión cuando el general Miguel Lens, jefe del gabinete militar, la citó en abril. "Fue un puntazo sólo que pensaran en mí para el puesto", confiesa. Lens tenía órdenes precisas. La ministra quería una mujer. Con una hoja de servicios impecable. Discreta. Con idiomas y entrega total. Lens pidió candidatas a los Ejércitos. Carrión era la número uno de la lista que entregó a Chacón. El 8 de mayo el Boletín Oficial de Defensa recogía su nombramiento como edecán de la ministra.
Elena Carrión no veía futuro en el elegante bufete donde ejercía en 1993. Tenía 27 años y seguía de pasante. Nadie quería una jovencita en los asuntos importantes. Vio "una salida" en las oposiciones al Cuerpo Militar de Intervención y se lo tomó a pecho. Estudió y entrenó a muerte. Terminator, como la llamaban, obtuvo plaza y lió el petate. Fue en el año que pasó en las Academias de Tierra, Aire y la Armada cuando la alférez alumna le cogió gusto a la mili. "Me agradó la lealtad y el compañerismo". En 1995, el Rey le entregó el despacho de teniente.
Carrión, capitán desde 1999, ha fiscalizado muchos cuarteles. El interventor castrense no goza de gran popularidad entre los mandos. Es alguien de menor rango que viene a pedirles cuentas. Carrión, además, solía ser la primera capitán que veían los auditados. "Mire, mi general, perdone pero esto no es así", era la muletilla de la pionera, a la que el puesto le forjó el carácter. Así, sin perder los papeles ni dejarse intimidar, enfrentó su nuevo destino.
Chacón y Carrión aparecieron juntas el pasado 30 de junio entrando en el Congreso. Todos los ministros han tenido ayudante de campo. Pero la foto de dos mujeres, una a las órdenes de la otra, era irresistible. Carrión sabe que está ante el objetivo y no le importa. "No soy un florero", dice. "Lo de custodiarle el bolso a la ministra es lo que se ve, no lo que yo obtengo del trabajo. Conocer gente, saber cómo funciona el engranaje, tener una visión global del Ejército. Una oportunidad única".
Carrión forma parte del gabinete técnico de Chacón. Está en la cocina. Le salpican los éxitos y las broncas. "Tiene que saber por dónde van los tiros, no es sólo una figura de representación", dice un general que ve "de cajón" que Chacón prefiriera una mujer. "El ayudante la asiste en lo que precise. Imagine que Carme se indispone en un viaje. ¿Cómo va a ir un hombre a su cuarto?". El oficial alude a quienes critican el nombramiento de una oficial de menor rango al de comandante o teniente coronel, habitual en los edecanes. "Sólo hace 20 años que tenemos mujeres militares. Carrión ha superado el curso de comandante y ascenderá en 2009".
En el Audi A-8 de la ministra hay buen ambiente. Delante, el chófer y el jefe de seguridad. Atrás, Chacón y Carrión. Si la jefa está de humor, charlan. Si no, Carrión oye, ve y calla. El secreto le va en el sueldo. Tres mil euros como capitán interventora. Ni uno más por ser edecán. El término -procedente del francés aide de camp- gusta en el ministerio pero suena terriblemente cursi a los generales, quienes tienen la potestad de nombrarlos, además del ministro de Defensa, el presidente del Gobierno y el Rey. Don Juan Carlos dispone de nueve ayudantes de los tres Ejércitos y la Guardia Civil. El jefe del Estado Mayor de la Defensa tiene tres. Los jefes de Estado Mayor, dos. Zapatero heredó el de Aznar, pero no usa sus servicios. Tres civiles -un diplomático, un técnico comercial y un miembro del partido socialista- se turnan 24 horas en esas funciones.
El cometido de los ayudantes es difuso. "Es el oficial suelto con destino a la inmediación de un general y cuyas funciones son transmitir órdenes", rezan los anales de Defensa de cuando los generales iban a caballo. Los emperadores romanos, los Austrias -los llamaban entretenidos-, los Borbones y, por supuesto, el general Franco -su primo Francisco Franco Salgado-Araújo entre ellos- tuvieron los suyos. Suárez, Calvo Sotelo y Felipe González, también. El 23-F reveló su influencia. Mientras el teniente coronel Agustín Muñoz Grandes, ayudante del Rey, intermedió ante los golpistas, Pedro Más Oliver, edecán de Milans del Bosch, fue condenado a seis años por adhesión a la rebelión.
Pero ésas son "fotos añejas", según un general. Hoy no se usan caballos ni telégrafos, sino aviones y móviles. Filtrarle la blackberry a la ministra, gestionar los viajes, transmitir recados. Todo eso, y lo que caiga, -"aún hago cosas por primera vez"- hace a diario Carrión. Salir en la foto también.
En su época de ministro de Defensa, José Bono lo tuvo claro. Nombró a tres comandantes, uno por Ejército. También hubo una oficial de Tierra que renunció al poco, exhausta. "Fueron valiosísimos", dice Bono. "Documentaban actividades, llevaban la agenda, facilitaban la vida. Y sí, también son imagen. En las cumbres internacionales todos llevan los suyos, y se trata de que se sepa quién es el ministro de Defensa de España". Bono exprimió a sus edecanes. Él mismo se ocupó de dejarlos situados. Los tres ocupan hoy codiciados destinos en Estados Unidos.
Aunque el puesto facilita un acceso directo a poderosos civiles y militares, la capitán Carrión vive al día. Por ahora son los demás quienes la cortejan. Le han salido muchos amigos. Pero ella dice detestar el pasilleo y debe de ser cierto: su marido, teniente coronel de Intendencia, está destinado forzoso en la misión de la KFOR en Kosovo. Carrión es realista sobre su carrera. Pocos como ella conocen los tapones del escalafón: "A ver si llego a coronel". Mientras, llegan refuerzos. Margarita Correas, piloto de Hércules, regresa en enero. La número dos de la lista de Lens se incorporó en agosto, embarazada de nueve meses, y está de baja maternal cuidando a su bebé. La jefa también lo hizo. -
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