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Los chinos de Barcelona ya invierten en su ciudades de origen

Jordi Hereu se reúne con los alcaldes de Quintian y Wenzhou

El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, acompañado de una delegación municipal, visitó ayer las ciudades de origen de unos 20.000 barceloneses de origen chino: Quintian (medio millón de habitantes) y Wenzhou (ocho millones), en China. De ellas partieron la mayoría de los chinos que viven y trabajan en Cataluña (unos 30.000). Casi todos son empresarios y algunos de ellos han empezado a invertir en sus puntos de partida. Hereu mantuvo reuniones con los alcaldes de ambas ciudades y con los sectores económicos.

Fang Lei es una mujer muy conocida en Wenzhou; se dedica al comercio y a la logística, y organiza transportes, sobre todo marítimos, en ambos sentidos. Tiene 25 años y empezó a trabajar en esto como su propia jefa hace ocho años. "Las reticencias que provocaba eran más por ser joven que por ser mujer", cuenta. Hoy, sin embargo, ya no hay problemas y su actividad, de momento, no decae. Pero en el pasaporte, Fang Lei se llama, en realidad, Estela Farré, nacida en Barcelona. No quiere ni oír hablar de volver a su ciudad natal.

Un caso muy distinto es el de Liram Qi, que tiene casi la misma edad de Fang Lei, pero nació en Wenzhou. A los 13 años se instaló en Barcelona: "Mi madre fue a ver a su hermano y se quedó". Hoy la familia tiene negocios de todo tipo: de multitiendas a asesoría jurídica que dirige la propia Qi, abogada de profesión. Su ambición es abrir también bufete en Shanghai.

Chen Mao Han Zhong se dedica a la importación de ropa (tiene una tienda en la calle de Trafalgar), además de gestionar un restaurante. Comenta que la cosa va ahora de baja, de ahí que piense en instalar una empresa en Shanghai, sin abandonar Barcelona. A Wengyue Zhou, de 43 años, con tiendas en Cornellà y negocios de importación, las cosas no le van tan mal. Sus hermanos y hermanas tienen varios restaurantes en centros comerciales.

Hereu comió en Quintian y cenó en Wenzhou. En ambos casos los alcaldes de estas ciudades se entregaron a la tradición del campei: consiste en brindar con un comensal, uno solo, y a continuación ambos apuran el contenido de la copa, que puede ser vino, pero también aguardiente de arroz o de maíz (unos 53 grados). El alcalde de Quintian, Kuan Ping Zhang, tenía casi un centenar de invitados. El de Wenzhou, Yide Zhao, una treintena. El de Barcelona, Jordi Hereu, hizo algunos brindis, pero no siguió el ritmo de sus colegas asiáticos.

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