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Reportaje:Las colecciones de EL PAÍS

Café con arte y diseño

Mañana, la primera taza y plato del juego diseñado por Jesús del Pozo

"Cincuenta por ciento de razón y cincuenta por ciento de razón". Así define Jesús del Pozo el juego de café que ha diseñado en exclusiva para EL PAÍS y cuya primera taza y plato podrá conseguir mañana, junto con el periódico, por un euro. El resto del juego, compuesto por ocho tazas y platos de café con leche, ocho tazas y platos de café solo, una lechera, un azucarero y una cafetera estarán en los quioscos de lunes a sábado a un euro cada plato y taza, a 4,50 euros la cafetera y 2,50 euros la lechera y el azucarero.

El modisto dice estar encantado con el diseño de objetos. "Me da la posibilidad de trabajar con materiales absolutamente distintos y me siento mucho más virgen, sin condicionantes: porque en moda ya sabes lo que no se puede hacer. Aquí mis ideas son mucho más frescas".

Del juego, en el que cada taza y plato tiene un diseño diferente, Jesús del Pozo cree que tiene armonía y un diseño rotundo. Puestos a ambientarla comenta que iría perfecta en una película de los años cincuenta de Hollywood, que es pop y al tiempo moderna, gracias los dibujos, de clara inspiración étnica.

Para el diseño de este juego, el artista quería algo radical y funcional, cualidad "absolutamente imprescindible en los elementos que se usan con asiduidad". Dado que las formas estaban muy sujetas a su utilidad, la practicidad necesaria para unas piezas que deben pasar a diario por el lavavajillas, ser resistentes y gustar a un público amplio, la consiguió jugando con el color, con el contraste del blanco y negro sobre la porcelana. Así, antes de llegar al diseño final, el corazón del modisto, su ansia por romper le hizo pensar primero unas tazas cilíndricas, las destinadas a los cafés solos, y a otras "en forma de queso", más achatadas y cortas para el café con leche. Provocadoras, sí, pero menos funcionales. La solución llegó tras darle muchas vueltas, con la razón llamándole, con una taza de un tamaño más clásico que se acorta gracias al efecto visual del negro en la base. Son las mil y una vueltas que da el diseñador para conseguir alegría para la vista, algo muy necesario -dice- en estos tiempos de crisis, donde la creatividad es más necesaria que nunca. Él presume de conseguirla de los jóvenes de la fundación que lleva su mismo nombre, un proyecto educativo para formar a las nuevas generaciones en el mundo de la moda.

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