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Tony Conrad impacta en el IVAM

Irene Martínez, de 22 años y estudiante de 4º curso de Bellas Artes, lleva una sonrisa de satisfacción en la boca, un instrumento musical en la mano y una experiencia artística en la memoria. Ha participado con una veintena de estudiantes en el taller de cuatro días que ha impartido Tony Conrad (1940, Baltimore, Estados Unidos) en el IVAM. Un taller en el que ha visto sus vídeos experimentales de los sesenta en los que el minimalismo potencia su nombre con la proyección de la niebla de una pantalla de televisión sin emisiones o la reproducción de una película cocinada al curri. Un taller en el que han escuchado su música conceptual improvisada. Un taller en el que han absorbido sus consejos: "No soy un modelo de éxito artístico, podéis usarme como mal ejemplo".

"Es un artista multidisciplinar; muy polifacético; su capacidad creativa es impresionante", explica Irene. Bajo el brazo lleva -"esto va al currículum"- el instrumento de cuerda (un palo, dos alambres de latón clavados a sus extremos y un cazo de 1,5 euros) con el que acaba de terminar un concierto improvisado. Conrad, pantalón verde y camiseta butano, ha dirigido cuerda y viento con cinco órdenes sencillas en folios: lento alto (LA), lento bajo (LB), rápido alto (RA), rápido bajo (RB) y silencio (S). El francés Mathieu Bohet, que toca el tubo de plástico, está impactado con un vídeo de Conrad subido a una escalera de madera con un acordeón: "Tenía un aspecto heroico... tocaba muy mal". Para terminar el taller, Conrad hace gemir un violín media hora en un concierto que oscila desde el desasosiego hasta el apoteosis.

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