Discursos

No abundaron, por fortuna, los titulares fáciles, del tipo "Un negro en la Casa Blanca" y cosas por el estilo. A TVE se le ocurrió suprimir ayer, justamente ayer, la serie Guante blanco, pero supongo que fue casualidad. Tras sólo tres episodios emitidos, Guante blanco fue trasladada al desván de Internet, donde quedó a disposición de su menguante público. La serie prometía, pero no cumplió. Padecía dos defectos gravísimos: el lastre de un flanco del guión, el que abarcaba las peripecias personales del ladrón y el policía, y el escaso atractivo de los personajes: ninguno de ellos quedaba en la memoria, de ninguno de ellos queríamos saber más.
Volvamos al monotema del que pronto acabaremos hastiados, si no lo estamos ya. ¿Se fijaron en el portentoso discurso de Obama? ¿Y en las elegantes palabras de McCain? Ahí no había sólo guión. Había en ambos casos una personalidad atractiva. Había alguien capaz de hablar ante una multitud como si hablara ante amigos. Había alguien capaz de hablar, simplemente.
La torpeza oratoria es una vieja característica de la política española, y de los españoles en general. En Estados Unidos se da más bien lo contrario. Les ayuda una asignatura escolar llamada Show and tell, algo así como "muestra y comenta". Se trata de algo tan sencillo como llevar cualquier cosa a clase y explicar a los compañeros en qué consiste. Hacerlo muchas veces, de niño, enseña a hablar en público.
En España, en cambio, la fluidez verbal va muy cara. Los maestros del discurso se pagan a precio de oro. Dicen que uno de ellos, el insigne conciudadano Julián Muñoz, cuyo breve paso por la política dejó una estela de honestidad y esperanza, cobrará 350.000 euros por una entrevista, el viernes, en Telecinco. ¿Cuántas palabras dirá? ¿A cuánto saldrá cada palabra? Sea cual sea la tarifa, valdrá la pena. Este hombre tiene talento. Cuando salió de prisión, pronunció una frase bellísima: "La libertad sabe a sentirte bien contigo mismo". En su boca, constituía todo un discurso a favor de la cadena perpetua.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Lo más visto
- Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un ‘casting”
- De celebrar el Gordo a temer no cobrarlo: la comisión de fiestas de Villamanín se dejó en casa un talonario vendido antes del sorteo
- Los socialistas valencianos reclaman a Feijóo que entregue a la jueza de la dana la conversación íntegra con Mazón
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”




























































