Los demócratas salen reforzados en ambas Cámaras
El resultado facilita al partido abordar la crisis y la salida de Irak
La victoria del candidato demócrata, Barack Obama, en las generales del martes desencadenó una onda expansiva que amplió la actual mayoría de su partido en las dos cámaras del Congreso, pulverizó las ambiciones políticas de su rival, John McCain, y causó destrozos importantes en el Partido Republicano, que pierde margen de maniobra legislativo y cinco senadores en un Senado de cien. Los demócratas podrán abordar más cómodamente el desarrollo de asuntos fundamentales: la estimulación económica y la operación de rescate de Wall Street, presupuestada en 700.000 millones de dólares (casi medio billón de euros) y el calendario de repatriación de las tropas de Irak, prometido por Obama.
La ventaja demócrata es la más amplia desde el Watergate
Días antes de las elecciones, un notable del Partido Republicano admitía en privado la posibilidad de una grave derrota: "Ningún de nuestros puestos está seguro. No significa que vayamos a perder todos, pero sí algunos". La veterana senadora por Carolina del Norte, Elisabeth Dole, perdió el suyo, al igual que John Sununu, de New Hampshire, ambos de conocidas familias políticas republicanas. A falta del escrutinio de algunos Estados, los resultados provisionales sitúan a los demócratas cerca de los 60 escaños necesarios en el Senado para garantizar la aprobación de sus iniciativas. Las ganancias les colocan en una situación ventajosa, desconocida desde las elecciones de 1976, tras el escándalo del Watergate.
Los norteamericanos votaron un nuevo presidente, la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 escaños del Senado y 11 gobernadores y se pronunciaron por más de un centenar de proposiciones estatales. El Partido Demócrata disponía hasta ahora de la mayoría en la Cámara de Representante (235 escaños frente a 199 republicanos), ganada en las legislativas del 2006, a caballo de la impopularidad de George W. Bush. Las previsiones eran una ampliación hasta cerca de 260 frente a una fuerte caída de la representación republicana. El tirón de Obama permitió a los demócratas sumar cinco escaños en el determinante Senado, en el que republicanos y demócratas contaban con 49 escaños cada uno.
Pendiente el escrutinio final, los republicanos habrían perdido esos senadores a manos de demócratas en Carolina del Norte, Nuevo México, Virginia y New Hampshire, o de independientes. Fuentes parlamentarias restaron importancia a la posibilidad de que no se alcance la cifra mágica de los 60 senadores, -mayoría cualificada que evita el filibusterismo-, porque previsiblemente algún republicano votará con los demócratas en la aprobación de leyes fundamentales.
"Los demócratas van a tener poco tiempo para celebrar porque les espera un duro trabajo", dijo Paul Light, analista del Centro de Estudios del Congreso de la Universidad de Nueva York. Las expectativas ciudadanas respecto a un mayor bienestar económico son elevadas, pero el partido mayoritario, aunque tendrá más poder, afronta los límites presupuestarios que impedirán la ejecución de las medidas necesarias para ampliar y mejorar la cobertura sanitaria o el sistema educativo en Estados Unidos. Los demócratas prometieron crecimiento económico, alivios fiscales para el 95% de los norteamericanos, y una mayor independencia energética, cuya consecución obligará a costosos desembolsos en investigación e infraestructuras. Paralelamente, los demócratas necesitan poner orden entre sus filas, conciliar posturas entre los sectores liberales y conservadores, susceptibles de chocar en la discusión sobre impuestos, y tender puentes a los sectores más afines de los republicanos. El partido de Bush y McCain encajó una derrota seria, en todos los flancos, cuya superación llevará tiempo y cambios políticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.