Analogías
Que entre los bancos no se presten dinero es como si entre los escritores no se prestaran ideas, o sea, lo normal. Lo extraño es que vinieran prestándoselo hasta ahora. ¿A cuenta de qué?, nos preguntamos. Descartada, por absurda, la solidaridad, sólo cabe pensar en el interés. Te doy tanto y me devuelves tanto y medio. Gracias a esos intercambios, el dinero fluía por el cuerpo económico y social como la sangre por el organismo, transportando oxígeno (o plusvalía) a todos los miembros.
La imagen no es mía, la he tomado prestada (sin interés, espero) de los comentaristas de la radio, que se refieren a las transferencias de dinero como en los hospitales se habla de las transfusiones de sangre.
Tales analogías nos ayudan a comprender la importancia del crédito en nuestras perras vidas (unas más que otras). Lo que nadie explica es quién cumple en este entramado el papel de hígado, o el de páncreas, o el de corazón (si lo tuviera). Pero, sobre todo, nadie explica dónde reside el cerebro del sistema.
Un cuerpo puede estar perfectamente sano desde el punto de vista de la circulación sanguínea, pero sin actividad cerebral. Es lo que pasa con los individuos en coma, que a veces despiertan y a veces no. Aquí, durante los últimos años, nos ha funcionado muy bien el aparato circulatorio, incluso el digestivo. Hemos comido como nunca (unos más que otros también), sin que nadie nos advirtiera del peligro del colesterol o de la tensión alta o de los triglicéridos. Bombeábamos sangre y dinero a tal velocidad que la biología parecía una fiesta. Ahora bien, ¿nos funcionaba el cerebro? ¿Dirigía alguien toda esa actividad circulatoria? ¿No habremos estado todos estos años de euforia en coma sin saberlo? ¿No será lo que nos ocurre ahora al despertar? Es una idea que brindo a los comentaristas de la radio, para no deberles nada.
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