"Propondré al G-20 un plan de nueva gobernanza mundial"
Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha animado a los Gobiernos a poner en marcha planes globales para la recapitalización de los bancos en dificultades. El 15 de noviembre, en Washington, propondrá al G-20 un plan de nueva gobernanza mundial.
Pregunta. ¿Cuándo terminará el descenso a los infiernos de las Bolsas mundiales?
Respuesta. La extrema volatilidad de los mercados pone de manifiesto que la crisis financiera sigue teniendo efectos. Tengo muchas esperanzas en que esta volatilidad se calme porque los planes financieros estadounidenses y europeos son sólidos. Estoy más preocupado por la desaceleración de la economía mundial y sus consecuencias sociales. Por ello, el FMI no puede contentarse con ser el bombero que ayuda a los países a recuperar sus balanzas de pago, sino que reivindica el papel de un albañil que ayuda a reconstruir el crecimiento.
"El FMI ya no es el mismo que hace un año. Ha aprendido de sus errores"
P. ¿Por qué no ha sido usted el que elaboró el plan Brown que ha servido de modelo?
R. Cuando dentro de un país se desencadena una crisis bancaria, el FMI no tiene un papel directo, pero aconseja a los Gobiernos. Recalcamos dos recomendaciones: terminar con los casos individuales y poner a punto un plan global; a continuación, recapitalizar los bancos, porque inyectar liquidez puede no ser suficiente. Hasta mediados de septiembre, la eficacia exigía discreción.
P. ¿Qué piensa de la propuesta de Gordon Brown de convertir al FMI en un banco central mundial dotado con medios financieros reforzados?
R. Brown tiene razón al querer reformar la arquitectura financiera mundial. Con la globalización, cuando el sector inmobiliario se hunde en Virginia, Hungría sufre. El FMI puede evitarlo. Para eso, es necesario que su papel de coordinador de la regulación mundial se reafirme; éste es el planteamiento de Nicolas Sarkozy. Así, propondré al G-20 un plan de nueva gobernanza, o estrategia de regulación global, en torno a cinco ejes: poner a punto un nuevo préstamo que permita aliviar los problemas de liquidez a corto plazo; aumentar los recursos del FMI; extraer lecciones de las políticas económicas que han llevado a estas burbujas repetidas; supervisar la implantación de las nuevas regulaciones financieras que ha elaborado, junto con el FMI, el Foro de Estabilidad Financiera, que agrupa a los grandes bancos centrales; y ayudar a replantearnos un sistema mundial más coherente. Más allá de su papel de bombero y de albañil, el FMI puede tener también un papel de arquitecto.
P. ¿Qué espera de la reunión del G-20 en Washington?
R. La evaluación de la situación histórica que vivimos. Y un impulso decisivo para la reforma de la gobernanza mundial.
P. Un enfoque que no gusta a los estadounidenses...
R. En distintos grados, todos los países reconocen que el mercado sólo funciona si está organizado y que no se puede esperar ningún beneficio de la globalización si no se corrigen sus defectos. Quien se reunirá en Washington será el G-20 y no el G-8, porque todos los responsables han tomado conciencia de que la economía mundial ya no se reduce sólo a los países ricos. Hay otra crisis detrás de la financiera: la que viven los países pobres, afectados de lleno por el encarecimiento de las materias primas y los productos alimentarios. En los países desarrollados, la crisis significa reducción del poder de compra; en los más pobres, quiere decir riesgo de hambre para algunos, desnutrición para muchos y secuelas para toda una generación.
P. La investigación que solicitó su consejo de administración por un incidente de su vida privada lo ha exculpado de la acusación de abuso de poder. ¿No se han visto afectadas su credibilidad y la del Fondo?
R. Como ha dicho el Consejo de Administración del FMI: "El incidente está cerrado". Estoy en plena actividad para aportar soluciones a los problemas económicos y financieros del planeta. Por otro lado, el FMI ya no es el mismo que hace un año, cuando yo llegué. Es más representativo: en primavera, se adoptó la reforma del derecho de voto, que tendrá efectos considerables. Es más eficaz; es más respetado: Asia y Latinoamérica ya no tienen tensiones con el FMI. Finalmente, es más pragmático: sería tan absurdo prestar dinero a los Estados sin condiciones, como que estas condiciones se basaran más en una línea ideológica que en las necesidades de los países. El FMI ha aprendido las lecciones de sus últimos errores.
Traducción de News Clips. © Le Monde
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