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Columna
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Tiempos difíciles

El Gobierno del PP en la Comunidad Valenciana se ha equivocado en el tema de la Educación para la Ciudadanía. Lo saben. El consejero Font de Mora y la secretaria autonómica intentan paliar la crisis multiplicando sus apariciones ante los medios de comunicación para explicar su política. Niegan las sospechas que recaen sobre una decisión que, como todo el mundo sabe, nace al calor -y la pasión- de un enfrentamiento con el Gobierno sobre la conveniencia o no de implantar dicha materia. Este debate continúa y podrá continuar en la sociedad. El problema ahora es la situación que se ha creado en la enseñanza en nuestra Comunidad. Los profesores, que no estamos en un momento muy boyante (y, sin embargo, no nos hemos quejado de nuestros salarios ni de los agravios comparativos que padecemos) nos sentimos maltratados por la Administración. Los directores de los centros, los coordinadores, los responsables de los departamentos, lo han contado en los medios; las horas que les ha costado poner en marcha las clases de Educación para la Ciudadanía en inglés, haciendo y deshaciendo, según las órdenes contradictorias que les iban llegando de la consejería; los agravios comparativos que se han creado entre profesores en los centros, que han visto llegar nuevos docentes, venidos como héroes, para salvar la situación, etc.

El aprendizaje de Educación para la Ciudadanía es tortuoso, si no imposible

Por otro lado, el profesorado experto que trabaja en los centros, ha dicho que no es así como debe de hacerse una política lingüística, que, por el camino emprendido, los niños que este año cursen segundo de ESO en la Comunidad Valenciana, mejoran muy poco su inglés. Pero qué importa esto si la ficción del inglés convence a las familias de la idoneidad de la medida. Sin embargo, si se quiere que los niños sean trilingües y lo sean de verdad, habrá que hacerlo como se vienen haciendo estas cosas normalmente; con mayor tiempo y planificación y sabiendo los recursos -monetarios y humanos- que se tienen y los que serían necesarios.

Por el camino emprendido, el aprendizaje de la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos resulta igualmente tortuoso, si no imposible. Si lo imparte un profesor de Historia o de Filosofía, chocará con las dificultades del inglés, que no conocen perfectamente, lo mismo que sus alumnos, que, en segundo de ESO, según reconocen los profesores, no tienen aún el nivel requerido para una completa y correcta comprensión de la materia. Si la materia la imparte un profesor de inglés, el problema serán los conocimientos de historia o de la filosofía que se requieren para impartir con solvencia la materia. No es cierto, como ha dicho la secretaria autonómica, que cualquier profesor puede impartir Ciudadanía porque todos somos buenos ciudadanos. Cualquier padre o profesor puede dar ejemplo de conducta ciudadana, pero enseñar es otra cosa y requiere, como mínimo, ser experto en la materia. Es muy importante saber, por ejemplo, que Mary Wollstonecratf fue la autora de Vindicación de los derechos de la mujer, un libro escrito en 1796, que fue pionero en la reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres, o que el Padre Feijoo, un insigne hombre de letras y defensor del pensamiento ilustrado, escribió una Defensa del talento de las mujeres, publicada en 1724, en donde se contienen interesantes y modernas teorías sobre el papel de la educación en la mejora de las costumbres y la vida de las mujeres. Enseñar Ciudadanía, como enseñar inglés o física, requiere un estudio y un conocimiento experto, a no ser que se piense que enseñar esta materia es dar opiniones y consejos morales, como ocurría antes, con la Formación del Espíritu Nacional y la Economía Doméstica, que, no nos olvidemos, estudiábamos sólo las chicas.

No espero que nuestros responsables políticos reconozcan de inmediato el valor de la Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Las sospechas partidistas son aún demasiado fuertes. Pero los profesores merecemos otra confianza y otro trato, porque, somos ciudadanos responsables y, en general, solemos ser honestos en el trabajo con los alumnos, por los cuales, con todas las dificultades acumuladas, solemos sentir respeto y afecto. No lo hagan ustedes más difícil y miren de recomponer la situación, si de veras les preocupa la enseñanza pública, como dicen. En tiempos difíciles conviene más afinar en las políticas.

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