Los Oxcars y Bassi pasan del 'glamour'
Ni alfombras rojas, ni estatuillas doradas. La primera gala de los Oxcars, celebrada la noche del martes en la Sala Apolo de Barcelona, prescindió de todo boato y glamour. Aunque se anunció que no habría proclamas, no tardaron en asomar la cabeza, especialmente contra la SGAE, que ha decidido no hacer declaraciones sobre este evento ni sobre sus impulsores: la eXgae (entidad que promueve una gestión alternativa de los derechos de autor) y la sala Conservas de Simona Levi. La entrega de los premios ocupó sólo una parte de la fiesta, que acabó con música y duró siete horas. En el momento de más concurrencia se concentraron allí unas 700 personas. Las estrellas de la velada fueron los galardones (si bien no estuvieron presentes todos los premiados), amenizados con actuaciones y ocurrencias dispares. Los hubo hasta negativos, como el de las Grandes Sobras de la Cultura Española, que recayó en el anuncio contra la piratería. A veces, los ataques optaban por la parodia, como el vídeo en el que se desarticulaba una red de amas de casa acusadas de plagiar recetas.
El palmarés fue al final incendiario y la gala entuasiasmó a ratos al público de la Apolo
El palmarés fue incendiario. Sobre todo cuando se descubrió el ganador del Premio Galileo Galilei, que fue a parar a alguien que encara en los tribunales una demanda millonaria: Pablo Soto, creador de Manolito P2P, una tecnología para compartir archivos que no entrega identificación de quién se conecta ni de qué se envía a través de la red. No obstante, cada vez son más los que prefieren no jugársela y recurren a fórmulas legales, como pasa con los que usan una licencia creative commons, que en una de sus modalidades permite incluso copiar una obra siempre que no sea para obtener un beneficio económico. El dominio www.127.es, creado por Enrique Sierra, ex de Radio Futura y reconocido en la categoría de Mercados de Futuro, es precisamente de los que utilizan la creative commons. En este espacio virtual la gente expone sus trabajos, que se pueden saborear sin trabas. En el fondo es el mismo envite que recorre la producción del resto de los premiados, como Wu Ming (sin nombre), un colectivo italiano de agitadores culturales heredero de Luther Blissett, proyecto en el que decenas de creadores europeos compartían esa identidad para sus acciones.
Uno de sus miembros, que firma como Wu Ming 1, distinguido en el apartado literario, ha publicado la novela New thing (Acuarela), de la que leyó a gritos algunas páginas, de espaldas al público y con la compañía de un batería de ritmo frenético. Guillermo Zapata, sin embargo, galardonado en la categoría de cine y que consiguió un gran éxito en Internet con su cortometraje Lo que tú quieras oír, no ocultó su cara para dedicar el reconocimiento (en realidad no se les entregaba ni un papelito, no vaya a ser que se convierta en mercancía...) a los vendedores del top manta.
Además de pasarse su segundo trabajo, Y todo va bien, el público también se rió con el corto Big Buck Bunny, de la Blender Foundation, organización premiada en la categoría de animación y que desarrolla sin ánimo de lucro un programa de código abierto para modelar dibujos en 3D. Más artesano es el ganador de la categoría Millones de Audiencia en tu Habitación, consagrada a los que consiguen llamar la atención de los demás a través de su webcam. Lamentablemente, nadie reconocerá nunca los buenos momentos que nos hizo pasar en Youtube Chris Crocker con su sentida defensa de Britney Spears berreando aquello de ¡leave her alone!, pero encontrarse en el escenario con Brent Simon y su sintetizador, con un estilo que recuerda al de Daniel Johnston, fue una sorpresa muy agradable.
Y como remate, el éxtasis con Leo Bassi -premio Demanda Seguro-, que se colocó sobre los hombros una pantalla gigante en la que aparecían desde el Che Guevara a Nelson Mandela y que, con la que está cayendo, estuvo muy acertado al homenajear a los del movimiento de protesta No Tendrás una Casa en tu Puta Vida. En su performance, Bassi se roció el cuerpo con miel y acabó cubierto de plumas. Con anterioridad, había recordado que ya en 1328 se luchaba por "la libre circulación de la cultura" cuando los bufones de París acordaron que ninguno de ellos tenía derecho a quedarse una plaza en exclusiva y que nadie podía asumir el papel de representante para mercadear con su trabajo. Y de eso iba el invento...
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