Ensayo de teatro en el psiquiátrico
Internos de Conxo forman una compañía y logran actuar fuera del hospital
"Cuando llegué yo aquí, me parecía todo hostil. Respeta la disciplina, toma la medicación, ven a tu hora... ¡buf! Hasta que un día dejé de quejarme y no me pareció todo tan mal. Ahora no estoy bien del todo. Tengo días. Pero al menos ya sé qué puedo hacer con el arroz, y sé que detrás de este muro existen cosas bellas".
Samantha es la encargada de soltar la moraleja final. La moraleja del muro y del arroz. Poco antes, Susana, era aupada sobre una silla por sus compañeros y describía a los demás lo que vislumbraba tras el muro: "Veo cosas maravillosas. ¡Y pensar lo que me estaba perdiendo!" Lo del arroz, así suelto, parece más difícil de entender, pero es una metáfora que se sostiene a lo largo del libreto y que tiene que ver con lo bueno del trabajo en equipo, la superación en equipo. Muchos arroces hacen una paella, o un arroz con leche, que es lo que más le gusta a Almudena, que antes de entrar en el psiquiátrico cantaba en los coros de la Ópera de A Coruña.
Antes de ingresar en el psiquiátrico, Almudena hacía coros en la Ópera
El autor de la obra se dedicó a conocerlos un tiempo y luego escribió el guión
Samantha y Almudena, vestidas con un mono de albañil, un bolso en bandolera y un sombrero, son, según sus propios compañeros, las mejores actrices del Psiquiátrico de Conxo. Susana, en realidad, también es buenísima, se mueve con gracia, pero no se toma los ensayos tan a pecho. Germán, que empezó de actor y enseguida pidió el puesto (menos tenso) de apuntador, no para de soplarle las frases entre bambalinas.
"Pero Susana, mañana, no fallará", aseguraba tras el último ensayo, ayer por la tarde, el director y autor de la obra, Lucas Herrador. Este profesor de teatro llegó en mayo al psiquiátrico sin saber muy bien a qué se enfrentaba. El plan iba en serio y lo financiaba La Caixa. A la primera sesión se presentaron 12 internos, de entre 30 y 70 años. Algunos iban voluntariamente y otros obligados por el médico. Pero hoy sigue el mismo elenco, y en el grupo de teatro continúan todos por amor al arte. Durante un mes y pico, al principio, Herrador se dedicó a conocer a sus actores. Las grandes intérpretes del hospital bordan todos los papeles, pero para que los demás fuesen capaces de llegar al público había que buscar caminos.
Y entre los enfermos mentales hay caminos de veras embarrados. "El mayor problema, en la mayoría, es la expresión verbal y corporal, el conseguir comunicar", cuenta Susana Mirás, una de las tres terapeutas ocupacionales que se encargan de mantener activos a 350 internos. La de sumirse en sí mismos es una tendencia que hay que vencer con pastillas, pero también con teatro, cursos de inglés e informática, deporte y algunos trabajos.
Varios pacientes ensamblan piezas de antenas para Televés, la fábrica vecina. Otros hacen de carpinteros. Y mayoritariamente las mujeres se ocupan de gestionar la ropa de la lavandería. "Lo hacemos todo nosotras porque los hombres son preguiceiros", cuenta Pilar, que hoy aprovecha la presencia de alguien del Sergas en el ensayo para pedir que les arreglen el camino del "río", tan fangoso ahora que ha vuelto a llover como la senda tortuosa que la relaciona a ella con el mundo. "¿Pero es que tenéis río aquí?", le preguntan. "Mira, yo soy gallega, y cuando voy a la lavandería digo que voy al río".
A algunos les cuesta hablar, o se atropellan y no se les entiende mucho, pero todos, sin excepciones, esconden su propio don. Pilar no es capaz de quedarse con los textos, pero sabe muchas canciones y no le da vergüenza bailar. José María toca la guitarra. Isaura tiene una presencia única. Pablo parece Luis Ciges. Víctor y Marcelino son capaces de hacer reír. Marián tiene una memoria prodigiosa. Y José Luis es capaz de permanecer impasible, con cara de matón, así que le ha caído el papel estelar de Pedro Navaja. Herrador escribió Las muchas historias para ellos, igual que Almodóvar piensa un guión para lucimiento de Penélope Cruz. No hay mucha diferencia: son papeles a medida. Hoy a las seis de la tarde, en el centro cultural Aurelio Aguirre de Conxo actuarán ante el público de la calle. Después empezarán a ensayar la obra de Navidad, y seguirán aprendiendo a quererse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.