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A TOPE
Columna
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Esperando a Gandhi

Todos soñamos con viajar a algún país o tenemos el propósito de ir a ver las cataratas de Iguazú, por lo menos una vez en la vida. Pero la mayoría de la gente lo ve tan lejano que se encomienda al "ya llegará" o al socorrido "todo se andará". Porque como para viajar estamos... Sí, precisamente ahora que nos ahogan con lo de la crisis y con lo del cuento de Pedro y el lobo, (por la de veces que lo repiten, parece que viene Pedro y toda su cuadrilla), es como una frivolidad soñar con esos caprichos.

Pero basta con que andes dándole vueltas a lo mismo para que te venga de retruque, que es precisamente lo que me ha pasado. Un viaje a la inversa. Andamos metidos en el lío del rodaje de mi primer largo. Y haciendo casting para encontrar actrices y actores latinoamericanos te encuentras, de golpe, con esa otra realidad. Esa que sabes que existe pero con la que tienes poco trato. Y qué suerte la nuestra, porque esto de tener un trabajo raro te permite, por ejemplo, pasar horas escuchando las historias de mujeres latinoamericanas que han venido a trabajar a Euskadi. Te das cuenta entonces de las historias tan curiosas e impresionantes que guarda cada persona al tomar la decisión (otro ejemplo) de dejar un pueblo en la costa de Ecuador y venir hasta Eibar a buscarse la vida.

Gracias al casting te enteras por su boca de los motivos por los que tuvieron que venir a trabajar, muchas de ellas dejando bebés a miles de kilómetros; y sobre todo te sorprende, a pesar de la dureza de sus historias, ese espíritu positivo que tienen. Porque son capaces de contar con una sonrisa todo lo que lloraron cuando se encontraron solas en país extraño. Cuánto añoraron a su familia hasta poderla traer y, por fin, encontrarse en su tierra. Tanto esfuerzo para poder progresar y para que su familia tuviera una vida más digna.

Gracias al cine -qué grande es el cine- he podido viajar lejos sin tener que moverme de aquí. Cuando escuchas historias tan crudas algo se te mueve. Y empiezo a creer firmemente que hay que mover algo, que no podemos seguir asumiendo como normal este caos y tanta barbaridad.

Sarkozy, que está cogiendo aire de el más espabilado de la clase, ya ha anunciado que puede existir el riesgo de una revuelta popular mundial si la cumbre financiera de Washington fracasa. Y a Sarkozy, por lo menos en algo, le tengo que dar la razón. Oui monsieur, vivimos esperando a Godot, pero creo que es hora de que dejemos de esperar y de dar un zapatazo. Y de que el nuevo Ghandi anti sistema haga acto de presencia. Esa persona capaz de convencernos de que no debemos seguir haciendo caso a los gurús de la economía; que tenemos que darles una patada a esos que nos confunden, nos aterran y nos paralizan. Por favor, ser, materialízate.

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