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La carrera hacia la Casa Blanca

El derrotismo invade las filas republicanas

Obama supera a McCain en casi todos los grupos de votantes y zonas de EE UU

Antonio Caño

Esta campaña electoral posiblemente pasará a los libros de historia como una de las más trascendentes celebradas nunca en Estados Unidos. Pero, a 10 días para el final, se ha disipado toda la emoción, fuera de la natural expectación por conocer el resultado final. El candidato demócrata, Barack Obama, está junto a la cama de su abuela enferma, a 4.000 kilómetros del continente. Y el candidato republicano, John McCain, sin nada original que añadir a un mensaje pobre y equivocado, parece resignado a la derrota.

Baste como ejemplo que el mejor plato que tenían para ofrecer ayer las televisiones que cubren 24 horas de noticias era un discurso de Sarah Palin, la compañera de candidatura de McCain, sobre los niños con problemas.

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Quién sabe si será un indicador el anuncio hecho por la campaña de McCain de que el candidato pronunciará su discurso de la noche electoral, en Phoenix, sólo ante un selecto grupo de periodistas y una pequeña audiencia restringida. No habrá la tradicional alocución desde un podio.

Después del transfuguismo declarado por Colin Powell y otras personalidades de la derecha, los medios de comunicación recogen un estado de estampida entre las filas del Partido Republicano, donde sus principales figuras asumen la derrota del líder y buscan su propio refugio. "Ha llegado el momento en el que cada uno tiene que buscarse la vida por su cuenta", describía la situación un dirigente conservador en declaraciones al diario The Politico.

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Los reproches contra McCain se acumulan dentro del partido, tanto de quienes le critican por su pésima campaña -titubeante, impersonal- como de quienes le acusan de haber puesto a George Bush a los pies de los caballos de la historia. Su última entrevista, el jueves en The Washington Times, en la que responsabilizaba a la actual Administración por el "absoluto descontrol" de la política económica y la política exterior, ha colmado la paciencia de quienes temen que los republicanos queden después del 4 de noviembre divididos, desprestigiados y sin un liderazgo en torno al que reorganizarse.

Pocas voces relevantes se escuchan ya en apoyo de McCain. Charles Krauthammer, que ayer prometía "hundirse en el mismo barco de McCain", es una excepción. Otros columnistas conservadores se limitan a endosar a la prensa y a su supuesta parcialidad a favor de Obama algunas de las culpas por el fracaso que ven avecinarse.

Lógicamente, las personas del círculo íntimo de la campaña, intentan levantar la moral de sus tropas. Steve Schmidt, el hombre que ha manejado los hilos de McCain en los últimos dos meses, reconocía ayer que "hay que recorrer un largo terreno, pero aún podemos conseguirlo". "Estamos en la misma posición que estaba Al Gore hace ocho años a una semana de las elecciones", aseguró Schmidt.

Las circunstancias, en todo caso, no son las mismas. Las encuestas hoy no sólo dan una amplia ventaja a Obama -13 puntos en la de CBS-The New York Times, más de siete puntos en la media diaria de la página web Real Clear Politics- sino que detectan algunos logros históricos del candidato demócrata.

Obama supera a McCain entre los electores blancos y está igualado a él entre los hombres de esa raza, un sector en el que no ha ganado un demócrata desde hace 60 años. Obama aventaja a su rival prácticamente entre todos los grupos; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, urbanos o rurales, universitarios o no, casados o no. Le gana entre los votantes moderados y en todas las regiones del país, excepto en el sur, donde el racismo sobrevive con mayor fuerza. Le gana también entre los católicos y los judíos. Los únicos grupos en los que McCain está por delante, según la encuesta de The New York Times, son los protestantes, los evangélicos, los republicanos y los conservadores. Aunque un 23% de estos últimos también prefiere a Obama.

John McCain confía en su leyenda de Lázaro, pero ya no tiene, por sí mismo, argumentos para dar la vuelta a esas encuestas en poco más de una semana. "En este momento de la campaña, las únicas esperanzas de McCain radican en sucesos que están fuera de su control", afirmaba ayer The New York Times, que pedía el sufragio para Obama en su página editorial.

McCain intenta contener la hemorragia de votos haciendo fuertemente campaña en los Estados que siempre han votado republicano y que ahora están en disputa. Ayer, en uno de ellos, en Colorado, repitió el argumento de los últimos días, que Obama aumentará los impuestos y repartirá la riqueza al estilo socialista, lo que, unido a una posible mayoría demócrata en el Congreso, conduciría al país a un negro periodo de intervencionismo estatal.

John McCain, el jueves, durante un discurso pronunciado en Sarasota, Florida.
John McCain, el jueves, durante un discurso pronunciado en Sarasota, Florida.REUTERS

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