Peligra un gran mural de Josep Renau en Alemania
El legado alemán de Josep Renau corre peligro. La piqueta amenaza un gran mural diseñado por el artista valenciano en Erfurt, capital de Turingia, a principios de los ochenta. Montada sobre mosaico de vidrio industrial, la obra recorre la fachada principal y parte de otra pared de un antiguo y deteriorado centro cultural cerrado desde hace años. El inmueble está en proceso de venta y la empresa propietaria ha pedido al Ayuntamiento permiso para un futuro derribo.
La posibilidad de que desa-parezca así una de las últimas obras de Renau, que no llegó a verlo terminado, ha alarmado a su familia y a sus antiguos colaboradores en Alemania, movilizados para convencer a las autoridades municipales de que hagan valer la protección patrimonial que concedieron al mural hace un año. La ciudad asegura que, en caso de que la demolición se consumara, la obra se retiraría para que no sufriera daños. Pero esa promesa no ha tranquilizado a los seguidores de Renau, entre ellos su hija Teresa, pendientes de preservar la obra y memoria de este valenciano que concibió su arte como instrumento al servicio de la transformación social.
Exilio en la RDA
Pintor, grafista, maestro del cartel de agitación y del fotomontaje, muralista y ensayista, Renau (Valencia, 1907-Berlín, 1982) fue el director de Bellas Artes encargado del pabellón de la República para la exposición universal de París de 1937, que albergó junto a otras obras emblemáticas el Guernica, de Picasso, y organizó el traslado a Valencia de los fondos del Museo del Prado, para protegerlos de los bombardeos franquistas sobre Madrid. El exilio tras la Guerra Civil llevó al artista y dirigente comunista a México y después al Berlín de la desaparecida RDA, donde falleció.
En la Alemania reunificada perviven ejemplos destacados del Renau muralista en dos ciudades: Halle (Sajonia-Anhalt) y en Erfurt. En la primera se desmontó una de las obras, que se ha perdido, pero se restauraron otras tres de grandes dimensiones adosadas a edificios. En Erfurt, el futuro del único mural del artista es incierto. La naturaleza, el hombre y la cultura fue un encargo de la ciudad a Renau. El mural mide más de cinco metros de alto y 25 de largo y sus miles de teselas de vidrio de colores dibujan dos grandes manos.
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