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Reportaje:

Más 'mostreta' que Mostra

Cinema Mediterrani se marchita sin repercusión mediática, público o recursos

Decenas de autobuses hacen cola cada día a las 12.00 en la calle de Roger de Lauria de Valencia. Y la Policía Local se afana en organizar el tráfico para que cientos y cientos de niños, filas y filas de colegiales con y sin uniforme, suban a los vehículos. Salen de disfrutar películas como Pérez, el ratoncito de tus sueños o La brújula dorada. Junto a las salas infantiles llenas, los estrenos de la sección oficial de la Mostra de València-Cinema del Mediterrani apenas reúnen una docena de espectadores, en teoría los críticos que pondrán en valor o cuestionarán las películas seleccionadas. Ayer, la egipcia Basra y la israelí The seven days. En la rueda de prensa del director egipcio Ahmed Rahwan, media docena de periodistas.

"Si lo que buscas es un festival de cine de bajo perfil, la Mostra está bien"

Y por la tarde, cuando los valencianos validan en taquilla al precio de un euro la calidad de la oferta programada, las salas apenas reúnen público. Ayer, en la sesión de las seis de la tarde, el éxito indiscutible era para Mala uva (2004), del ciclo de Manuel Gutiérrez Aragón. Decenas y decenas de personas mayores (con entrada gratuita) se agolpaban a la puerta de la sala D. "Es que es la única película en castellano, no les gustan los subtítulos", aclara una azafata.

La Mostra de València lleva años languideciendo. Sin apenas repercusión mediática, sin enganche para el público y con unos recursos estancados (sin apoyos del Ministerio de Cultura y con los que la Generalitat da al Ayuntamiento reducidos a un tercio para el año próximo).

"La programación está deslavazada, no hay ni orden ni concierto, cada año es una aventura", resume un asiduo al festival (no quiere decir su nombre) que ha sido jurado de la antigua sección de Ópera Prima. A su juicio, hay alguna película de calidad, pero ya se ha programado en Venecia o Cannes. Y no tiene mérito si "vas a remolque de otros festivales". Es decir, "se ha convertido en previsible, es lo mismo que Peñíscola o L'Alfàs del Pi pero con más dinero". Y remata: "Si lo que buscas es un festival de bajo perfil, está bien".

Otro experto, anónimo también, apunta que el festival "no está en crisis, está en crisis el cine". Explica que ni por un euro la gente va a una sala si puede ver la película en el ordenador.

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El concejal socialista Juan Soto cree que la Mostra "tiene sentido y hoy más que nunca". Dice que en los últimos años han nacido muchos festivales mediterráneos y lamenta que el pionero, "en lugar de estar consolidado, esté en la UVI, en estado crítico". Soto cree que en 2009, en el 30º aniversario, debería renacer pero en manos de los profesionales del cine: "La Fundación Municipal del Cine no sirve". En esta edición cuestiona que se hayan privatizado los eventos por 265.000 euros y la empresa haya incumplido lo pactado. O que, como siempre, la estrella invitada para la foto con Rita Barberá también se haya improvisado a última hora: "Hay un par de películas de Isabelle Huppert y no están en el programa".

El hecho es que el festival no interesa a la crítica especializada. Para Carlos Boyero, crítico de EL PAÍS, "nunca ha tenido el suficiente interés". Luis Martínez, crítico de El Mundo y ex director de la revista Cinemanía, opina que "la Mostra ha sobrevivido muy mal al aluvión de festivales, hay más festivales que días tiene el año". A su juicio, estos certámenes han de buscar "su hueco y su público". O bien para expertos en cine, o bien para cinéfilos aficionados.

Mientras la Mostra busca su futuro, su éxito de público sigue basándose en las sesiones infantiles de la Mostreta y en algunas películas que los jubilados puedan seguir sin leer subtítulos.

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