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Reportaje:

Guerra educativa en Italia

La 'reforma Gelmini', que prevé recortar 8.000 millones de euros y el despido de decenas de miles de profesores, indigna a estudiantes y sindicatos

Mariastella Gelmini (Leno, 1973) era una abogada calabresa poco conocida por los italianos. Hizo carrera desde abajo en Forza Italia, llegó a coordinadora del partido en Lombardía, y tras las últimas elecciones, Silvio Berlusconi le entregó la cartera de Educación ante la sorpresa general. Hoy, Gelmini es, de largo, la ministra más nombrada y más impopular del Gobierno. Su apellido está en todas las bocas de padres y alumnos, y copa los gritos y pancartas de los sindicatos: "No a la Gelmini".

La ministra dice que no hará caso a un "pequeño grupo de pusilánimes"

En apenas seis meses, la ministra de rostro alargado y aire de severa institutriz se ha desdoblado en ministra y en ley, y a base de un goteo de anuncios y decretos ha encarnado una reforma educativa en toda regla, que ha movilizado a un país que parecía haber agotado la capacidad de indignarse.

Primero inquietó a los editores promoviendo nuevas versiones digitalizadas de los libros de texto y frenando el recambio demasiado veloz de los textos con ediciones sucesivas. Luego, introdujo la obligación de volver al babi en primaria, una norma bien acogida en general que, según explicó, serviría para poner orden en las aulas y acabar con las diferencias sociales. Más tarde, reintrodujo la nota en conducta para controlar "el matonismo y la indisciplina". A partir de este año, si los alumnos no pasan del 5 en conducta, se arriesgan a repetir el curso entero. Ahí empezaron a surgir los primeros murmullos. Después, la ministra decidió recuperar las notas numéricas para todas las asignaturas en primaria y secundaria, e introducir la enseñanza obligatoria de la educación cívica, una asignatura llamada Ciudadanía y Constitución que prestará atención al civismo ecológico y la educación vial, también en todos los cursos.

Todo andaba más o menos tranquilo. Gelmini daba una imagen de hiperactividad, dejaba caer algunas ideas algo arcaicas y otras más modernas, y declaraba su intención de recuperar el orden y el prestigio perdidos por una escuela pública que incluso sus mayores defensores ven anticuada y mal dotada. Según los datos de la OCDE, el sistema público italiano es uno de los peores de los 29 países desarrollados en cuanto a recursos destinados a educación y a salarios de los maestros. Italia ocupa el último lugar, por detrás de la República Checa, en gasto: menos del 10% del presupuesto va para educación. Y ocupa la posición 23, tras Eslovenia, en remuneración de profesores.

Llegó agosto, y la ministra lanzó a la arena su propuesta clave: todas las clases de primaria -la sagrada Elementare, considerada entre las de más calidad de Europa- volverán a tener un maestro único, y no los tres profesores actuales cada dos clases, a partir de 2009. Según el ministerio, la norma que introdujo hace 30 años el sistema del equipo de maestros no tenía base pedagógica, era sólo un coladero para aumentar el número de profesores. Ahora, con un número menor de alumnos, 240.000 funcionarios son demasiados para las 18.163 escuelas primarias del país.

La cuenta es cierta, sólo si se refiere a los alumnos "italianos". Con la llegada masiva de inmigrantes (3,4 millones de residentes, según los datos oficiales de 2007), el número de estudiantes ha crecido muchísimo. Una generación atrás, las clases estaban limitadas a 25 alumnos; ahora, el promedio es de 29. Casi la mitad son hijos de inmigrantes. En 1994 nacieron en Italia 9.000 niños de familias extranjeras; en 2007 hubo 64.049, según el Istat, la oficina nacional de estadística. El 1 de enero de 2008 había 767.000 menores inmigrantes.

Los sindicatos estallaron al conocer la idea del maestro único. Según sus cálculos, la medida supondrá decenas de miles de despidos: al menos 87.000 docentes y 44.000 auxiliares y administrativos perderán su trabajo en el próximo trienio. "No se trata de un mero recorte, sino del desmantelamiento de la escuela pública", explica el sindicato CGIL, en el que millita la hermana de la ministra, que es profesora. El Gobierno vende su plan como una racionalización; las centrales ven un sesgo ideológico. La reforma prevé recortar el gasto educativo en 8.000 millones de euros y bajar la educación obligatoria de los 16 años a los 14. El texto fue aprobado el jueves pasado en la Cámara de Diputados sin debate porque el Gobierno impuso el voto de confianza (la vía de mayor urgencia).

El decreto obligará al maestro único a cubrir todas las horas de la jornada completa. Impone que los libros de texto duren como mínimo cinco años en primaria y seis en secundaria. Permite al Gobierno destinar fondos a las escuelas privadas y captar patrocinadores para pagar reformas de edificios y estructuras deportivas. Y reducirá la semana escolar de primaria en casi un 50%, lo que complicará la vida a los 2,8 millones de alumnos de 6 a 10 años (y a sus millones de madres y padres).

La oposición está encendida, pero la mayoría del Pueblo de la Libertad / Liga Norte no está dispuesta a negociar. "Italia está dividida", dijo Gelmini mientras una masa de manifestantes avanzaba hacia su ministerio. "Una Italia quiere profesores mejor pagados y mejor enseñanza. La otra es simplemente un pequeño grupo de pusilánimes. No les haré caso". El decreto Gelmini pasará el trámite del Senado antes del 31 de octubre. Será un otoño a sangre y fuego. El viernes, decenas de miles de estudiantes salieron a la calle en 80 ciudades para "suspender a la ministra".

Probablemente, Mariastella Gelmini, apodada Beata Ignorancia por los alumnos, nunca pensó que se haría tan famosa.

Un grupo de estudiantes protesta, el pasado viernes, frente al Ministerio de Educación italiano, en Roma.
Un grupo de estudiantes protesta, el pasado viernes, frente al Ministerio de Educación italiano, en Roma.AP

Todos a la huelga

La respuesta de los sindicatos a la reforma Gelmini ha sido unitaria y contundente: han convocado una huelga de toda la educación para el 30 de octubre. Será el primer paro del tercer mandato de Silvio Berlusconi. Hasta ahora, las manifestaciones, incluido el primer Día No a la Gelmini, han sacado a la calle a decenas de miles de padres, estudiantes, profesores y auxiliares, con jornadas de luto en los institutos. Varias organizaciones de estudiantes han dicho que desde ahora seguirán a Berlusconi y a Gelmini allá donde vayan para abuchearles y silbarles.

Según Domenico Ragozzino, responsable nacional de los Jóvenes Comunistas, "la ministra se ha limitado a prestar su nombre a un proyecto destinado a desmantelar la educación pública a través de recortes desastrosos a la financiación, que obligarán a transformar los institutos en fundaciones de derecho privado, sometidas al chantaje de los intereses de los socios, y despojados de toda forma de gestión democrática".

Los estudiantes universitarios también se han sumado a las protestas. El presupuesto presentado por el ministro de Economía, Giulio Tremonti (inventor de la "contabilidad creativa" y cuyo lema vital y político es "Dios, patria y familia"), bloquea todos los contratos nuevos y obligará a los centros a introducir el numerus clausus de manera generalizada.

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