La UE confirma la salida de las tropas rusas de Georgia
Los observadores se despliegan cerca de Osetia y Abjazia
Los observadores de la Unión Europea han sustituido a los soldados rusos alrededor de Osetia del Sur. Ya no hay carros blindados ni puestos de control con la bandera tricolor de la Federación Rusa en las carreteras semidesiertas sobre las que parecen desplomarse los árboles sobrecargados de fruta olvidada. Por ellas circulan ahora las camionetas acorazadas con la matrícula EUMM (European Union Monitoring Mission) en las que patrullan policías, gendarmes y guardias de diversos países que se comunican entre ellos en inglés y van sin armas para cumplir la misión estrictamente civil de mirar e informar si se verifican las condiciones del acuerdo que a principios de septiembre orquestara el presidente francés Nicolas Sarkozy.
Las familias vuelven a las casas que abandonaron en agosto por la guerra
El objetivo del líder de turno de la UE era dar una salida al conflicto que el presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili provocó en la noche del siete al ocho agosto al lanzar una ofensiva armada sobre Tsjinvali, la capital de Osetia del Sur, con el objetivo de conquistar por las armas aquella región independentista.
"Tengo el placer de anunciar que las patrullas de la EUMM han confirmado que las Fuerzas Armadas rusas han acabado su planeada retirada de las áreas adyacentes a Abjazia y Osetia del Sur", manifestó ayer desde Bruselas, el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, Javier Solana. "Espero que esta retirada permitirá a la gente internamente desplazada volver a sus hogares y contribuir a la normalización de las condiciones de vida en estas zonas", agregó el alto funcionario.
Sin embargo, el ministro de Exteriores francés Bernard Kouchner, que ayer inspeccionaba el ámbito de acción de las patrullas europeas y la retirada de los rusos, sembró cierta confusión al afirmar que Rusia solo ha cumplido "parcialmente" las condiciones del alto el fuego en el Cáucaso. Preguntado si Moscú se ha atenido al acuerdo logrado por Sarkozy, Kouchner contestó: "Creo que sí, pero en parte". Y añadió: "Nada es perfecto, este es un largo camino paso a paso". El jefe de la diplomacia francesa se refería a la interpretación, según la cual Rusia debe retirarse de toda Georgia, entendiendo que ello se hace extensivo también a las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjazia, que Rusia ha reconocido como Estados independientes.
Del cumplimiento del acuerdo por parte de Rusia depende la reanudación de las negociaciones del tratado entre la Unión Europea y Moscú, pero los mismos europeos están divididos sobre la interpretación de aquel documento.
Desde Tsjinvali, Irina Gagloeva, la responsable de información de Osetia del Sur, manifestó que no le queda claro el papel de los observadores de la UE y mostró temor por el despliegue de la policía georgiana en la zona de interposición alrededor de Osetia del Sur. "Los surosetios nos miran con desconfianza y nerviosismo", manifestaba a su vez a esta corresponsal un gendarme francés miembro de la misión de observadores de la UE cerca de Ergneti, mientras sus compañeros comían uvas y manzanas de unos huertos vecinos. El alcance de la misión de los observadores europeos es limitado, ya que no pueden inmiscuirse en los conflictos, si estos se producen, y por razones de seguridad, no patrullan por las noches.
Sobre el terreno, la diferencia entre antes y después de la guerra de agosto es que tanto surosetios como abjazios controlan plenamente el perímetro de sus territorios, donde tienen a más tropas rusas estacionadas (sendos contingentes de 3.800 pacificadores según los rusos), además de tener a los georgianos más lejos y, como elemento suplementario, a los observadores europeos entre ellos y sus adversarios. A fecha de ayer había 279 observadores europeos más 25 de reserva. En el contingente, hay 10 guardias civiles españoles estacionados en el puerto de Poti.
La ruta desde Kaspi, el punto más meridional donde llegaron a instalarse las tropas rusas, a los confines de Osetia del Sur estaba ayer inusualmente despejada. Hacia el norte circulaban autobuses cargados de enseres domésticos y también familias en misión de reconocimiento de los hogares que abandonaron en aquellos violentos días de agosto. Algunos iban a enfrentarse con el espectáculo de sus casas destruidas como Jvicha Gigushvili, de 34 años, que viajaba con sus tres hijos y su suegro en un remolque arrastrado por un tractor. "Yo antes era mecánico, ahora no sé lo que voy a hacer, porque tanto el taller como mi casa están destrozados", afirmaba Jvicha, que desde agosto ha vivido en Tbilisi.
El retorno tenía su límite y éste estaba en Ergneti, un pueblo desde el que se divisa Tsjinvali. Allí, patrullas de la policía georgiana recién instaladas impedían seguir adelante. Estábamos en los confines de la zona de interposición en la frontera misma de Osetia del Sur, donde a los europeos no les ha sido adjudicada ninguna función por mucho que a Georgia le gustaría que los representantes de la UE pudieran también entrar en las zonas independentistas, a ser posible en misiones policiales armadas.
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