El retorno de un ilustre galleguista
Los restos de Ramón Suárez Picallo vuelven a Sada a los 44 años de su muerte
Llevaba muy mal ser un "desterrado, triste condición", escribiría desde su exilio en Chile "de quien es apartado de su propia tierra, de su hogar, del camposanto donde reposan sus muertos queridos". Pero cuando se cumplan, el martes, 44 años de su muerte en Buenos Aires, se formalizará el deseo más querido en vida de Ramón Suárez Picallo, el autodidacta e ilustre galleguista, diputado en la República, sindicalista, periodista y sobre todo emigrante expulsado de su tierra primero por penuria económica y luego por intolerancia política: ser enterrado en su Sada natal.
Sus restos, procedentes de la capital argentina, donde falleció el 14 de octubre de 1964 a la edad de 70 años, serán depositados en el cementerio municipal de Fiunchedo, próximos a la tumba de su hermano pequeño, Antón, paseado y asesinado en 1936. El alcalde de la localidad coruñesa donde nació una de las figuras más ilustres del galleguismo en el exilio, junto a Castelao, presidió ayer en el cementerio de Chacarita en Buenos Aires la retirada del ataúd de Suárez Picallo, depositado en el panteón de gallegos ilustres de ese camposanto.
En el cementerio sonaron el Himno Galego y 'Negra sombra'
Suárez Picallo fue diputado en la república, periodista y sindicalista
Sonó el Himno Gallego y Negra Sombra. Y tras la incineración, las cenizas del ilustre personaje permanecerán custodiadas por la colectividad gallega de Argentina, en las que tanto participó, impulsó y que "se volcó en cumplir la última voluntad de una personalidad única", afirmó ayer en conversación con este diario el regidor, Abel López Soto (BNG).
Un año de gestiones le llevó al ayuntamiento, en colaboración con Vicepresidencia de la Xunta, y la "inestimable" ayuda de la Federación de Sociedades Gallegas de Buenos Aires y otros centros de la diáspora tramitar la repatriación a Sada -el próximo martes- de los restos de una figura "ilustre injustamente silenciado" y olvidado, destaca un "orgulloso y emocionado" alcalde. Y es que la vida de Ramón Suárez Picallo, que no tuvo esposa, ni hijos, fue tan intensa y repleta como poco conocida en la actualidad, sobre todo si se compara con su alter ego, Castelao.
Fue una entrega total a Galicia, que representaría como diputado en las cortes republicanas en dos ocasiones (1931 y 1936). Es uno de los artífices del plebiscito del Estatuto de Autonomía de 1936, truncado por un golpe de Estado que le pilló en Madrid, cuando iba a defender la carta de Galicia ante las Cortes. "Si Galicia tiene hoy ese rango de nacionalidad histórica es en parte gracias a Suárez Picallo", afirma tajante el alcalde de Sada. Y es que, remarca López, fue miembro del Consello de Galiza, ese Gobierno gallego en el exilio, que a semejanza de vascos y catalanes, conformó en 1944 en Montevideo el intelectual y diputado coruñés junto a Castelao, Alonso Ríos y Elpidio Villaverde. Suárez Picallo, al que Ortega y Gasset definió como "un hombre pegado a una voz" y Castelao llamaba "rillote (pillabán) das Mariñas", era casi analfabeto cuando dejó Sada y su oficio de marinero con 17 años ("no 14", precisa Abel López). Primogénito de una humilde familia de 12 hijos, se fue a Buenos Aires para ganarse el pan vendiendo pasteles o arreglando coches. Pero pronto se convertiría en destacado sindicalista, activo y prolífero periodista y ante todo defensor de Galicia. Fundador con Castelao y Alexandre Bóveda del Partido Galeguista, "y perteneciente a su ala más progresista y de izquierda", asegura López Soto, no logró en 1931 revalidar su escaño en Madrid pese a obtener 78.000 votos.
Entonces, con casi 40 años, saca el bachillerato en Lugo y luego se licencia en Derecho en Santiago. Tras el alzamiento militar, el de nuevo diputado galleguista inicia un exilio -estuvo 12 años en Chile antes de volver a Buenos Aires- que duró hasta su fallecimiento. Ayer, en las sedes bonaerenses del Centro Español de Sada e Contornos o la Federación de Sociedades Gallegas que Suárez Picallo tanto impulsó, se acercaron personas muy mayores que lo conocieron para rendir un último homenaje "a un orador que conmovía, de gran humanidad". "Habría que empapelar la costa con carteles prohibiendo emigrar", gritaba Suárez Picallo en sus apasionados mítines por Galicia para el plebiscito del Estatuto de 1936. Su largo destierro particular terminará al fin el martes en el camposanto de Sada.
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