"En el Yak olía a whisky y había botellas vacías tiradas por el suelo"

Asegura que viajó en el Yak-42 dos semanas antes de que éste se estrellara en Trebisonda (Turquía) el 26 de mayo de 2003. Ayer, el periodista de Radio Nacional Ernesto Carratalá contó al juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska el estado lamentable en que se encontraba ese aparato, en el que perdieron la vida 62 militares españoles que volvían de Afganistán.

Carratalá explicó cómo cogió ese avión el 11 de mayo de 2003 en la base de Torrejón. El destino del vuelo era Kuwait, desde donde pretendían llegar hasta Irak para hacer su trabajo, pero las primeras sensaciones de peligro las tuvieron en su primera escala, Morón (Sevilla) cuando pudieron ver el avión desde la pista. "Las ruedas estaban tan gastadas que de su superficie salían hierros, como alambres", relató el periodista. "Uno de los tripulantes abrió la panza del avión y vimos un manómetro que estaba a cero, por lo que dijimos que avisaran a un mecánico. Llegó un hombre con un martillo y le dio cuatro golpes hasta que se arregló". Los asientos del avión, según el periodista, no estaban bien anclados, y el equipaje, situado en la parte trasera, no estaba sujeto, así que "cuando el avión daba un bote, salía volando". "Nos dijeron que en el vuelo no había comida así que nos pusimos a buscar. Corrimos una cortina y encontramos botellas vacías por el suelo". "El avión olía a whisky que echaba para atrás".

También declaró la diputada socialista Clara Sánchez, que se reunió con varios militares que le expresaron sus quejas por los aviones "bielorrusos y ucranios" antes del siniestro. Sánchez preguntó al ex ministro de Defensa Federico Trillo por ellos dos meses antes del accidente. Trillo aseguró que dio traslado de la cuestión al jefe del Estado Mayor de la Defensa, Antonio Moreno, y al jefe del Estado Mayor del Aire, Eduardo González-Gallarza.