El acusado de matar a un hombre tirándolo al metro se exculpa
La defensa solicita la absolución porque es esquizofrénico
Uno de esos latinajos que todavía utilizan los abogados asegura que excusatio non petita, accusatio manifesta. Es decir, la excusa que no se ha pedido es clara acusación. Si, además, quien se disculpa es el acusado de un crimen, todavía levanta más recelos.
Una situación de ésas se vivió ayer en la Audiencia de Barcelona, donde se empezó a juzgar a David Zafra Martos, de 31 años, acusado de matar a un hombre arrojándolo al metro de Barcelona. Custodiado por dos mossos d'esquadra en pie, Zafra proclamó su inocencia, culpó a otra persona del crimen y sugirió, con un relato singular, que todo fue una confusión.
La fiscalía cree que fue un asesinato y reclama 17 años de prisión
El acusado explicó que sobre las tres de la tarde de aquel día, el 21 de febrero de 2007, se acababa de fumar un porro y se encontraba junto a la estación de Navas de la línea 1, cuando se le acercó un hombre y, a punta de navaja, le obligó a colocarse una prenda con una capucha. Posteriormente el agresor se dio a la fuga y, al ir vestido con esa prenda en la mano, varios usuarios salieron de la boca del metro señalándole y gritando: "¡Es él, es él!".
En las vías de la estación acababa de morir arrollada por un tren una persona a la que alguien había empujado con las dos manos por la espalda. Era Joaquím Arguelaguet, de 52 años, padre de una hija de 20 años, sordomudo, que se ganaba la vida como vendedor de cupones de la ONCE.
"Yo no he tirado a nadie al metro", proclamó ayer Zafra ante el jurado popular que le juzga. "¿Y si usted no hizo nada, por qué no lo explicó a los Mossos d'Esquadra cuando le detuvieron o cuando declaró ante el juez?", preguntó el fiscal para despejar cualquier sombra de duda. "Estaba muy alterado porque entonces y ahora tomo pastillas", respondió Zafra, antes de enzarzarse en varias contradicciones sobre el aspecto que tenía el hombre que le amenazó, que, según su relato, fue quien cometió el crimen.
El fiscal acusa a Zafra de asesinato con alevosía y solicita para él 17 años de cárcel, aunque le aplica la atenuante de alteración psíquica. Y es que en la fecha en que ocurrieron los hechos padecía una "esquizofrenia indiferenciada, con rasgos desadaptativos de personalidad", que le provocaba una merma de sus facultades. Precisamente al amparo de esa afección, la defensa solicita que sea absuelto.
Pero la fiscalía no dio ayer su brazo a torcer y al iniciarse el juicio advirtió al jurado: "El comentario de que este tío está loco, aquí no vale". Según el fiscal, era una "muerte absurda, ilógica, innecesaria", y en el juicio se verá, añadió, si Zafra sufre o no una enfermedad mental y si es severa o leve.
El acusado se había negado a declarar siempre que había acudido ante el juez, pero ayer no escatimó detalles para referirse a su desdichada situación personal. Hacía años que se le había diagnosticado una esquizofrenia, la misma enfermedad que sufre su madre y dos de sus hermanos, y no se medicaba. Dos días antes del crimen fue a dos centros psiquiátricos para solicitar que le ingresaran, pero no lo logró ni le prescribieron ningún medicamento, según su relato.
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