"La conserva está en crisis desde hace 50 años"
"Los bateeiros quieren hacer un monopolio imposible en esta época"
Una película en la que Sofía Loren hacía de trabajadora de una conservera le dio hace medio siglo la idea del logotipo que hoy se conoce en toda España. "La marca se me ocurrió pensando en que la Rianxeira era la canción que cantaban todos los gallegos del mundo cuando se reunían en una fiesta", explica. Empezó con un taller textil y una vieja fábrica de conservas, y ahora dirige desde Boiro un grupo empresarial con 3.000 trabajadores y presencia en todo el mundo. Tiene factorías en América Latina, en Europa y en el norte de África y sus barcos llegan hasta el Índico.
Además de conservas de pescado, fabrica harinas o comida para animales, mantiene la factoría textil, tiene barcos y empresas de servicios pesqueros, está en la promoción inmobiliaria y también en la energía. "Empezamos con la cogeneración en 1996 y luego entramos en la eólica, con una cartera de 100 megavatios", tercia su hijo y sucesor, Jesús Alonso Escurís, de 49 años, consejero delegado de Jealsa, el núcleo del holding. Como tantos grupos gallegos, sus miras están puestas en el concurso eólico. "Nos parece formidable que se haya hecho un concurso para que la mayor parte de los recursos queden en empresas gallegas", afirma Alonso hijo. "Y nuestra oferta, siete proyectos con 256 megavatios, pensamos que es imbatible. Proponemos seis empleos fijos por cada megavatio y ofrecemos el 15% gratis para la Xunta. Y presentamos asociado un proyecto industrial de productos preparados frescos del mar. Eso nunca se ha hecho en Galicia. Estamos hablando de precocinados con productos de aquí, que no se van a traer de China".
"Casi siempre hemos vivido al límite, pero a un límite honesto"
"Hay conserveras que hacen ofertas con el atún que son una ruina"
Pregunta. Cuando empezó, las fábricas de conservas proliferaban como setas. ¿Cuál es el secreto para llegar hasta aquí?
Respuesta. Empezamos alquilando una fábrica de salazón en Vilaxoán, de lo más humilde que había, con un permiso para conservas. Tenía cupo, que era la única manera de poder fabricar, porque la hoja de lata y el aceite estaban regulados. Ha sido cuestión de dedicación y de suerte. Como empezamos desde la cola, le echas más esfuerzo. Pero también se lo puso otra gente y si no llegó hasta aquí, sólo puede ser producto de la suerte.
P. ¿Cuál fue el peor momento en estos 50 años?
R. Casi siempre hemos vivido al límite, pero a un límite honesto. Nunca nos endeudamos más de lo que podíamos afrontar. En el 78 lo pasamos muy mal con una operación en Libia, en la que nos metimos a fondo. Nos dejó una deuda de 600 millones de pesetas, pero los bancos no nos atosigaron y al final Libia pagó. Si no, hubiésemos quebrado. Ahora tenemos tres cabeceras, la más importante, Jealsa, con 21 sociedades, la mayor parte nuestras al 100%. Pasamos dificultades, por ejemplo en 2005, pero nunca hemos tenido pérdidas.
P. ¿Van a continuar con los planes de expansión comercial?
R. En Estados Unidos vamos a empezar a vender este año, pero no a empacar. En el Reino Unido ya hemos arrancado una fábrica y en Noruega esperamos hacerlo a final de año. Tenemos mercados nuevos: estamos vendiendo muy bien en Europa del Este, en África ... Y lo que nos gustaría es reproducir donde estemos el modelo de Jealsa. Que en Marruecos, por ejemplo, además de fabricar latas de sardinas, hagamos harina de pescado, extraigamos Omega 3 del aceite de pescado...
P. ¿Cómo están capeando la crisis?
R. Vamos vendiendo por encima del año pasado. No soy en absoluto pesimista, pero sí realista. Y la crisis psicológica está en el pueblo español, muy profundamente. Pensar que no nos afectará sería un exceso de optimismo. Pero estamos confiados y preparados para la lucha. El año pasado facturamos 357 millones y éste probablemente no creceremos porque hemos sufrido tres cosas gordas. Pero el que viene pensamos pasar de los 400.
P. ¿Cuáles han sido esos problemas?
R. Se nos hundió un barco, que afortunadamente estaba bien asegurado y ya hemos cobrado. Pero ese barco ya no factura. Luego hemos tenido ocho meses parada una fábrica en Guatemala por un problema de la UE con el Gobierno del país, que ya está resuelto. Y, debido a los precios del fuel, tenemos parada una planta de cogeneración que esperamos arrancar a final de año.
P. ¿Le preocupa la profundidad de la crisis?
R. Que la Reserva Federal haya decidido limpiar el sector financiero es una gran noticia. En el mundo hay demasiado dinero. Han aparecido muchos grupos especulativos con un comportamiento ilógico. Se especula incluso con los productos alimenticios. En el mundo se producen alimentos suficientes para la humanidad, pero depende de quiénes los manejen. En todo caso, confío en que vamos a salir rápidamente de la crisis. Compararla con la del 29 está fuera de lugar, porque el desarrollo de la humanidad es muy distinto. Lo que se necesitaba es que alguien le pusiera coto.
P. Antes de que se generalizase a toda la economía, ya se hablaba de crisis de la conserva.
R. En la conserva estamos en crisis permanente desde hace 50 años, cuando yo empecé. O nos faltan materias primas, o hay en exceso y los precios bajan. Decir ahora que la crisis es porque los productos vienen de fuera resulta una exageración. Lo que ocurre es que hay empresas que hacen ofertas absolutamente anormales con el atún. Todo eso de 'lleve tres y pague dos'... Es una ruina. Nosotros nos retiramos de ese tipo de ofertas desde 2005, porque no lo podíamos soportar, y naturalmente esas ventas se resienten. Con todo, hay 12.000 empleos directos en el sector en toda Galicia, 2.000 nuestros, y eso se está manteniendo. Y seguimos fabricando el 40% del atún en España.
P. ¿No hay una excesiva dependencia del atún?
R. El problema no es tanto el atún sino hacer innovaciones que gusten al consumidor. Y pueden ser a base de atún, de sardina, de salmón... No es tanto un problema de producto como de presentación, no hacer lo mismo que hacen 300 en el mundo. Invertimos el 1% en I+D+i, que es muchísimo en este sector. Y hemos hecho productos que son novedosos en todo el mundo: latas con una tapa que es un solapín de papel de aluminio o cubitos de atún en tetrabrik.
P. ¿Nunca pensó en salir a bolsa?
R. Nunca. El concepto de empresa para bolsa es otra. Muchos lo ven como una panacea, pero con los escarmientos que ha habido, la gente se lo va a pensar mucho antes de ir a la bolsa. Ahí debe haber empresas fuertes, con recursos. No se puede confundir con un casino.
P. ¿Y no es difícil mantener un grupo así con una estructura familiar?
R. Al contrario. Lo más importante es nuestra estructura familiar. Mis cinco hijos trabajan en el grupo porque ellos han querido. Son mis herederos naturales. En este sector no hay grandes grupos en ninguna parte del mundo. Y nosotros siempre hemos amortizado los beneficios reinvirtiendo porque no tenemos que repartir dividendos.
P. ¿Cómo les ha afectado el conflicto del mejillón?
R. Ahora mismo no tenemos problema gracias a nuestros acuerdos con un número importante de bateas que nos permiten disponer de bastante stock del año pasado. Mientras, confiamos en que se llegue a un acuerdo. El problema no es tanto el precio como poder comprar el producto que queremos. No tiene sentido que para comprar el mejillón que nos interesa nos obliguen a comprar otro más pequeño. Es como si usted va a la carnicería, pide solomillo y le dicen que tiene que comprar también otro tipo de carne.
P. ¿Cómo puede llegar la solución?
R. No quiero ofender a los bateeiros, porque tengo muchísimos amigos y hasta miembros de la familia que lo son. Pero el sector adolece de falta de identidad profesional. Cuando le conviene, es un trabajador, y cuando le conviene de otra manera, es un empresario. En el fondo lo que quieren es hacer un monopolio. Y eso es absolutamente imposible en esta época.
P. Usted fue alcalde de Boiro por el PP durante ocho años. ¿Ha influido eso en el trato que le dispensa la actual Xunta?
R. No, la actitud es la de siempre. Me presenté como independiente para alcalde y a la segunda ocasión preferí afiliarme. Pero nunca salí de la órbita municipal. Cuando dejé el Ayuntamiento, hubo una persecución contra nuestras empresas que me provocó una profunda amargura, porque no concibo que eso pueda pasar en ningún país de Europa. Salí de la política amargadísimo como persona. Pero eso, ya digo, ha sido sólo a nivel municipal.
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