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El área de Barcelona lidera la caída de ventas de pisos en Cataluña

Sólo Sant Cugat y algunas poblaciones de Lleida se salvan de la debacle

Lluís Pellicer

La tozuda estadística ha vuelto a dar un mazazo al sector inmobiliario catalán. En el primer semestre de este año sólo se registraron 35.620 compraventas. La caída, del 36,9%, es la mayor de España, según el Ministerio de Vivienda. Pero los grandes mercados de Cataluña, los que más vibraron con el boom, se han desplomado más del 50%.

Sant Adrià de Besòs, con grandes desarrollos en marcha, es una de las localidades que más ha acusado el descenso de las operaciones, del 72,3%. En cambio, algunos municipios de alrededor de Lleida como Alcarràs aguantan la tormenta e incluso tiene un incremento del 83,6%.

Los mayores descensos

"El mercado catalán está muerto. Ahora toca congelar la actividad y esperar", dice un directivo de una gran inmobiliaria catalana. Y acto seguido recuerda que el problema no es tanto Barcelona ciudad como los municipios del Área Metropolitana. "A varias empresas les costó mucho salir de Barcelona. ¡Hasta para ir a Esplugues! Pero la mayor parte de la actividad está ahí. Y el mercado está muy resentido", añade.

Los datos le dan la razón. Las transacciones cayeron el 22,6% en la capital catalana. A su alrededor, la cifra fue mucho más abultada: más del 60% en Esplugues, Mollet del Vallès y Rubí, y más del 50% en una lista muy vasta de localidades: Badalona, Cerdanyola, El Prat, Sant Feliu de Llobregat, Viladecans... En Sabadell y Terrassa, los dos grandes mercados por detrás de Barcelona, las compraventas han retrocedido el 50%.

La restricción del crédito que aplica la banca es una de las explicaciones. Y los primeros que las sufren en sus carnes son los inmigrantes. Si antes adquirían una de cada tres viviendas de segunda mano, ahora sólo se hacen con una de cada 15. Las compras por parte de extranjeros residentes (la mayoría de Europa del Este o extracomunitarios) de pisos de ocasión, se ha desplomado el 71%, el doble que el resto.

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También se han desplomado, y de forma drástica, la de extranjeros no residentes, los que adquirían una vivienda para las vacaciones. Lo han hecho en el 53,4% respecto al primer semestre del año pasado y en el 82,3% respecto a los seis primeros meses de 2006. Hasta junio, sólo 97 personas compraron un piso. El efecto se ha trasladado de inmediato a las principales zonas turísticas. Las caídas han sido de más del 60% en el norte del Maresme, de entre el 50% y el 60% en la Costa Brava y de más del 55% en la Costa Daurada.

En medio de este terremoto inmobiliario, sólo Sant Cugat del Vallès y algunas poblaciones de Lleida se salvan. En ambos casos, se apunta lo mismo: se están escriturando pisos de obra nueva correspondientes a grandes desarrollos iniciados hace más de dos años. Es decir, se entregan las viviendas adquiridas en 2006 y 2007. El vicepresidente de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Lleida, Jordi Nou, es la explicación que encuentra para la subida del 83% que ha experimentado Alcarràs y la del 31% en Agramunt. "Yo no noto que se venda más que en otros sitios. Quizá ha habido alguna operación más porque a principios de 2008 los promotores se deshicieron de mucha obra nueva más barata que en otros sitios, pero creo que tiene más que ver con el periodo de entrega", dice Nou.

En Alcarràs hubo un verdadero boom constructor. "Eso fue en 2006. Entonces se contrató y ahora se escrituran esas viviendas. El terreno era asequible y muchos inversores acudieron allí", explica.

También el Pirineo catalán acusa la crisis, puesto que allí muchas viviendas son ya tercera residencia. En Esterri d'Àneu (de 815 habitantes), por ejemplo, se pasó de vender 61 pisos hasta junio de 2007 a sólo nueve en los últimos meses. El 85,3% menos. "En la montaña nos ocurre con frecuencia que compran sobre todo inversores. Y prefieren perder el dinero de la señal que seguir adelante", añade Nou.

Que las ventas que muestran las estadísticas de ahora sean las compras de al menos un año atrás no da demasiado aliento a los empresarios. Los API barceloneses, por ejemplo, calculan que ahora sólo colocan alrededor del 15% de los pisos que vendían hace dos años. Y el stock sigue creciendo.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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